El jueves pasó. Un reportero de Andaluces por el Mundo se puso en contacto conmigo solicitando colaboración para un futuro reportaje desde Finlandia. Y la cosa no es que no me haga ilusión, sino que no considero nada de lo que hago aquí lo suficientemente interesante como para llenar treinta o cuarenta minutos de programa.

Marta Comesaña. Vale, voy a explicarme. Claro que hago cosas interesante aquí, claro que aquí ocurren continuamente cosas totalmente distintas a lo que acostumbramos, claro que es un país exótico y cuasi desconocido para los andaluces, claro. Es más, da para escribir un blog, colaborar en otro y publicar una entrada semanal en Sevilla Actualidad. Pero son momentos, situaciones, vivencias puntuales que van surgiendo. Mi día a día aquí es muy emocionante para mí, pero no tengo tan claro que pueda interesar a nadie salvo a mi madre y resto de amigos y familiares. Y bueno, quizás también a alguien que alguna vez se cruzase en mi vida y pueda resultarle gracioso verme por la tele.

Pero obviamente me puse a pensar en la respuesta que le daría a este chico. Intenté imaginarme llevando a los reporteros de aquí a allá, por lugares que pudieran resultar de interés y, lo más complicado, situaciones curiosas, divertidas y/o novedosas, ésas que todos sabemos que ocurren así, sin más, cuando menos te lo esperas. Y cuando menos te lo esperas no resulta coincidir con cuando tienes una cámara grabándote. Sólo se me venían a la cabeza aquellos momentos que previamente ya había visto en programas similares como, por ejemplo, las máquinas para reciclar las botellas, los karaokes (que aquí hay a patadas), el bañito en el agua helada después de una sauna, cómo pagar ciertos servicios a través de un sms o andar por el mar congelado.

Y me los veo diciéndome, “pero, señorita (que no señora, por Dios), ¿no hace usted otras cosas que no se hayan contado antes?, ¿algo distinto, peculiar, que la gente aún no sepa?, ¡dele un poquito de vidilla, hombre!”

Pues mira, no. Mi rutina es eso, rutina. Y mi vida muy tranquila, como quiero que sea. Voy al gimnasio tres o cuatro veces por semana, recibo clases de inglés, quedo un par de horas con una amiga finlandesa para hacer intercambio de idiomas (una hora hablamos en inglés y la otra en español), voy al súper y realizo mis tareas de ama de casa correspondientes, quedo para tomar café algunas veces, y alguna que otra para almorzar, tengo mi hora semanal de sauna incuestionable, los miércoles a las 8 e intentamos saber qué se cuece durante el fin de semana para apuntarnos a alguna actividad que nos resulte interesante. Pero, sobre todo, lo que me encanta es irme a uno de mis cuatro o cinco rincones favoritos de Helsinki con mi portátil y escribir, que últimamente es lo que más tiempo me ocupa. Pero eso es todo. Puntualmente hacemos alguna excursión molona, pero poco más. Nuestra vida de turista aquí dejó de serlo hace mucho tiempo y, puede ser, seguro que hay cosas que se me pasan por alto que puedan llamar la atención y que ya he dejado de catalogar como de interés público, supongo que por la costumbre, por la cotidianidad.

Así que ya me diréis qué parte de lo que os he contado encajo en un programa de entretenimiento. Después de lo que ya se ha hablado de esta ciudad y de los contenidos de otros programas en el resto de países del mundo, qué poquilla cosa aportaría yo, ¿no? En serio de la vida, que no me veo. Además, yo que me he tragado los mil programas de viajes y viajeros por el mundo, entre documentales, reportajes y demás, y siempre salen gente con vidas super cool y con trabajos que son lo más. Y yo me veo tan pequeñuela, tan ¿cómo lo diría…? Tan normal.

Y lo que peor llevaría, sin duda, las explicaciones y anécdotas históricas. Alucino con la gente soltando el libro entero de la EGB mientras van paseando como si nada. Yo ando fatal de la memoria. Pero desde que nací, vamos. Tengo otras virtudes, supongo, pero una de ellas no es la de recordar datos fácilmente y mucho menos de situaciones que no he tenido el gusto o disgusto de vivir. Yo no sé si la gente que he visto en esos programas se había empollado de pe a pa la enciclopedia socio-político-histórico-cultural del país en cuestión antes de ser entrevistados o si las labores de edición y postproducción de vídeo hacen milagros, pero el caso es que plantas a un niño de la ESO delante del televisor durante esos 90 minutos que dura el programa y aprenden más que un año entero en la escuela. Y yo que para preparame cada entrada de blog, como haya un personajillo de estos que hicieron historia, tardo la inmensidad!: que si wikipedia pa´rriba, wikipedia pa´bajo, que si darle vueltas para que no quede como un “copia y pega”, que si se me olvida el nombre del presidente de tal pascual y tengo que volver a la página que ya había cerrado, en fin… Mis neuronas se quedaron a medio camino de funcionar como es debido y ahí estamos.

A lo que íbamos. Por supuesto le respondí el correo al chico. Y naturalmente me ofrecí para todo aquello que necesitase y bla, bla, bla. Resulta que buscan andaluces que estén en Laponia, da igual que sea la sueca, la noruega o la finlandesa, pero que anden del centro del país parriba. O lo que es lo mismo, no cuentan conmigo pero, si eso, ya me tendrán en cuenta. Así que asunto zanjado, pataleta innecesaria por mi parte. Con las de cosas que se me habían ocurrido que podía contarles mientras escribía la columna…

¿Po no que ahora me da coraje? 😛

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