Desde hace ya un mes nos vienen recordando que diciembre es un mes de fiestas y celebraciones. Es como cuando en pleno agosto tenía que ver por todos lados anuncios de la vuelta al cole. Todos los escaparates de las tiendas, las luces que decoran las calles principales, las calles del centro abarrotadas de gente comprando compulsivamente y los mercadillos navideños. Pero  ahora ya sí que están aquí: dentro de pocos días será Nochebuena, al otro Navidad y una semana después cambiaremos de año.  Todo parece similar a lo que se cuece en Sevilla pero hay sutiles diferencias que marcan la tradición en la capital de Finlandia.

{jathumbnail off} Marta Comesaña. Lo más destacado es que aquí pasan olímpicamente de los Reyes Magos porque, obviamente, el rey de la fiesta es Papa Noel, Santa Claus o Joulupukki, como lo quieran llamar. Y como tal se pasea estos días por el país para dar la bienvenida a la época en la que goza de toda la atención de los más pequeños y de los que no lo son tanto. Hace unas tres semanas estuvo en Helsinki y el acto se culminó con el encendido del alumbrado de Navidad en las calles principales y un desfile de carrozas que apenas duró media hora. No me pregunten porqué, pero también formaban parte del pasacalles coches antiguos de bomberos y policías, muy monos por cierto.

Me resulta muy extraño cada vez que esta gente celebra algo aquí porque es como si hubiese una cámara oculta en algún lado. El acontecimiento, que en España sería seguido por las masas y rehuido por la minoría entre la que me incluyo, es de lo más austero. Papá Noel llega a pie a la Plaza del Senado, que ni muchísimo menos está abarrotada, y no hay ni un puñetero niño que se le abalance, ¡es increíble! Consigue llegar a la escalinata de la Catedral Luterana sin apenas despeinarse. Allí se reúne con un coro de chavales, un par de chicas vestidas de duende y el alcalde de la ciudad. Después del sermoncito de rigor y unos cuantos villancicos, se produce el momento en el que se encienden las luces, tanto del enorme árbol de Navidad situado en medio de la plaza, como de la calle Aleksanterinkatu, contigua a la plaza y que da lugar al comienzo oficial de Navidad.

¿Y qué sucede entonces? Apenas se encienden unas cuantas bombillas en el árbol – de las normales, de las que todos tenemos en casa – y una iluminación callejera que ‘brilla’ por ser escasa. Y ojo, que a mí me parece fenomenal, detesto todo ese derroche de dinero que se gasta en España aunque estemos con el agua hasta el cuello, pero no deja de sorprenderme tanta sencillez en un país donde estas fiestas se viven con tanta intensidad.

Igual es una cuestión de matices: ¿se viven con intensidad o son unos intensos? Yo me veía sorprendida cada mes de diciembre teniendo que cuadrar lo incuadrable para las infinitas comidas navideñas que cada año se multiplican como los peces y los panes. Y aquí llevan desde noviembre con el Pikkujoulu, que quiere decir ‘pequeña Navidad’ o, lo que es lo mismo, la excusa perfecta para comenzar con las celebraciones un mes antes. Los Pikkujoulu son, en principio, lo que nosotros conocemos como comidas de empresa. Lo extraño es que aquí la gente se las apaña para tener cuatro o cinco Pikkujoulus. Además, como todo al final se va generalizando, el término ya se extiende para cualquier comida, cena o reunión de amigos que se celebre por estas fechas y terminan siendo ¡siete u ocho Pikkujoulus por persona! Aunque parezca increíble, en España somos mucho más moderados con el número de comidas de empresas a las que asistimos – tiempo al tiempo – pero sí es verdad que cada vez empiezan antes, ¿será la globalización?, ¿el cambio climático quizás?, quién sabe…

Lo curioso es que en Finlandia lo que celebran realmente son los días de Adviento, es decir, un tiempo de reflexión y perdón que sirven de preparación para la Nochebuena, el día del nacimiento de Cristo. Luego la celebración de Año Nuevo es un día de fiesta aislado, realmente el periodo navideño concluye el 26 de diciembre, San Esteban.

Y justo en medio de todos estos días de celebraciones varias está el 6 de diciembre, Día de la Independencia de Finlandia de los rusos. Este país siempre formó parte de Suecia hasta que en 1809, tras el Tratado de Fredrikshamn, fue anexionada por la Rusia Imperial convirtiéndose en el autónomo Gran Ducado de Finlandia hasta 1917, año en que obtuvo la independencia de Rusia. Este día es uno de los más importantes para un país que se ha pasado siglos de mano en mano. Está claro que no es una celebración navideña pero el coincidir con estas fechas lo hace digno de mención.

Tras este inciso histórico, os cuento un poco sobre las tradiciones más típicas de cada lugar para celebrar la Navidad. Lo normal en Helsinki es huir de la ciudad y celebrarlos en alguna mökki, cabañas de madera situadas en las afueras, normalmente en el bosque. La decoración navideña es importante y todas las casas están adornadas hasta el último detalle. Lo que más nos puede llamar la atención es la decoración de las ventanas. Debido a la falta de luz, las ventanas suelen ser grandes y además espaciosas porque los radiadores – imprescindibles – suelen estar colocados bajo éstas. Eso lo aprovechan en Navidad  como escaparate para sumarse a la decoración durante las fiestas. Generalmente colocan una especie de candelabro con velas eléctricas, pero te puedes encontrar todo tipo de adornos en ellas.

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La bebida por excelencia durante estas fechas es el Glögi, vino caliente aderezado con especias y acompañado de pasas y almendras. Está riquísimo, quizás algo dulce, pero sienta muy bien porque ayuda a combatir el frío. También lo venden sin alcohol para que los más pequeños puedan brindar con los mayores. Recuerdo cuando era niña y  mis padres me endosaban el zumo de uva. Yo me quedaba tan pancha diciendo que ya era mayor porque me dejaban beber vino. Pues más o menos lo mismo, aunque el Glögi sin alcohol tiene muchísimo más glamour, ¡dónde va a a parar!

En el menú de Nochebuena no puede faltar como plato principal el kinkku, que traducido al español es jamón. Pero en Finlandia lo preparan asado al horno, ¡no saben lo que se pierden! Nosotros nos lo montamos mejor, cordero al horno y jamón para picar, ¡anda qué no!

Y ya, acompañando al postre, unas galletitas de jengibre.

Algún año quizás conozca más a fondo la navidad finlandesa, me encantaría, pero éste vuelvo también a casa como el turrón. Quién me iba a decir a mí, las mil veces que he visto embobada y emocionada tan conocido anuncio de televisión, que ahora es a mí a la que esperan. Aunque, eso sí, yo no espero llegar en bus, ni en tren, ni mucho menos hasta casa de incógnito, supongo que habrá alguien, o ‘álguienes’ esperándome en el aeropuerto… Por cierto, he elegido  para la vuelta el día 22 para que a mi madre le toque El Gordo este año sí o sí. Y, aunque le he cogido mucho cariño a Joulupukki, me sigo declarando fan acérrima de los Reyes Magos – de ‘Ba a saltar‘ sobre todo, que para eso es el que me trae siempre los regalitos –  así que mi celebración durará hasta el día que ellos vengan. Será entonces cuando os siga contando mis aventuras en Finlandia. Mientras tanto, os deseo lo mejor durante estas fiestas y que tengáis una feliz entrada de año.

¡Feliz Navidad a todos, A TODOS!

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