En Finlandia son dos los idiomas oficiales: el finlandés y el sueco. Los motivos de este bilingüismo son históricos ya que, hasta principios del siglo XIX, Finlandia fue una provincia sueca más pero cuando pasó a formar parte de Rusia, lo rusos hicieron co-oficial el suomi para restar influencia a los suecos. Actualmente, la comunidad suecoparlante de Finlandia representa alrededor de un 5% de la población de un país con tan solo 5 millones de habitantes.
Este es el aspecto general que no siempre se conoce fuera de sus fronteras. En mi caso, no fue hasta que empecé a informarme sobre el país en el que viviría, cuando descubrí que el sueco coexistía con el que creía único idioma oficial. Pero claro, si te remites a la historia tiene todo el sentido.
Pero no todo es así de sencillo. El país en sí mismo es bilingüe pero la Ley Finlandesa sobre el Idioma, publicada en 1922, presupone que ambas lenguas pueden funcionar como mayoritaria o  no dependiendo de dónde y cómo se usen. La norma dice que un municipio usará un idioma como preponderante si la población que habla el otro idioma no supera el 8% del total o no superan en número los 3000 habitantes. En caso contrario, se considera bilingüe.
Para que se entienda un poco mejor: Helsinki tiene como oficiales los dos idiomas, lo que significa que toda la documentación e información oficial debe ser expedida en ellos dos, como por ejemplo, los rotulos de las calles, las paradas de tranvías, los formularios de una oficina de empleo… Sin embargo, aquellos lugares declarados monolingües deben preservar el derecho de todos los ciudadanos a comunicarse en su idioma por lo que, si un suecoparlante llega a un municipio donde la lengua mayoritaria es el finlandés, se encontrará en su ayuntamiento con formularios oficiales solo escritos en ese idioma, pero tendrá que haber alguien en dicho lugar que lo atienda en sueco.
En las escuelas uno u otro idioma será el preponderante (es decir, en el que se enseñe matemáticas, física o literatura) pero los alumnos deben acreditar unos conocimientos mínimos del otro para obtener la certificación académica correspondiente.
Pero lo que se me hace realmente interesante es trasladar toda esta infraestructura lingüística al caso español: ¿cómo se llevaría a la práctica que el gallego, el euskera, el catalán o el valenciano conviviesen co-oficialmente, a nivel nacional, junto al castellano? Según el modelo finlandés, habría municipios vascos que sólo estarían obligados a realizar sus comunicados en euskera,  alguien de Tui (Pontevedra) estaría en su derecho de hablar en gallego en el ayuntamiento de Alcantarilla (Murcia), no habría obligación de hacer exámenes en catalán para poder trabajar en la Generalitat y una familia de Soria que se trasladase a un pueblo de Lérida tendría derecho a que sus hijos dieran clase en español si en ese pueblo se superara el citado 8%, y la obligación de que estos niños acreditasen un mínimo nivel de valenciano. Es decir, cada uno tendría derecho a usar su idioma en todo momento y éste no se supondría una traba para quien no lo dominase.
Sería fantástico que en España pudiese funcionar algo así. Pero claro, a estas alturas de la vida, en un país de 46 millones de habitantes y con un idioma materno común que convive de forma cooficial con otros cuatro en distintas comunidades autónomas, se presume imposible.
Volviendo a Finlandia, la región autónoma de Åland, que está formada por un conjunto de islas situadas en el Báltico goza de unos privilegios especiales que no tienen el resto de regiones del país. Esto es debido a que durante la lucha por la independencia sus habitantes preferían unirse a Suecia, entre otras cosas porque en su gran mayoría eran suecoparlantes.  Pero en 1921 el Consejo de la Liga de las Naciones adjudicó a Finlandia la soberanía de Åland, con la condición de que dispondrían de un alto nivel de autonomía, tanto a nivel político, como cultural. Así, el único idioma oficial es el sueco, hablado por el 94% de la población como lengua materna y tienen, entre otras, la facultad de poder emitir sellos propios y matrículas de coches distintas a las del resto del país. Además, Åland acude al Consejo Nórdico con una delegación propia, vaya, como si en una reunión de países del Meditarráneo el representante catalán se sentase junto al español.
El último estatus lingüístico que se ha realizado en Finlandia (se actualiza cada diez años) determina que, de un total de 460 ayuntamientos, 395 son de lengua finlandesa y 21 de lengua sueca, de los cuales 16 están en las islas del archipiélago de Åland.
A pesar de que este modelo de convivencia lingüística tiene puntos en contra, como el elevado coste económico y el enorme esfuerzo social que conlleva mantenerlo, actualmente prima sobre ello el sentimiento por parte de ambas comunidades de pertenecer a una misma nación aunque históricamente haya habido tantas discrepancias al respecto.

En Finlandia son dos los idiomas oficiales: el finlandés y el sueco. Los motivos de este bilingüismo son históricos ya que, hasta principios del siglo XIX, Finlandia fue una provincia sueca más pero cuando pasó a formar parte de Rusia, lo rusos hicieron co-oficial el suomi para restar influencia a los suecos. Actualmente, la comunidad suecoparlante de Finlandia representa alrededor de un 5% de la población de un país con tan solo 5 millones de habitantes.

Marta Comesaña. Éste es el aspecto general que no siempre se conoce fuera de sus fronteras. En mi caso, no fue hasta que empecé a informarme sobre el país en el que viviría, cuando descubrí que el sueco coexistía con el que creía único idioma oficial. Pero claro, si te remites a la historia tiene todo el sentido.

Pero no todo es así de sencillo. El país en sí mismo es bilingüe pero la Ley Finlandesa sobre el Idioma, publicada en 1922, presupone que ambas lenguas pueden funcionar como mayoritaria o  no dependiendo de dónde y cómo se usen. La norma dice que un municipio usará un idioma como preponderante si la población que habla el otro idioma no supera el 8% del total o no superan en número los 3000 habitantes. En caso contrario, se considera bilingüe.

Para que se entienda un poco mejor: Helsinki tiene como oficiales los dos idiomas, lo que significa que toda la documentación e información oficial debe ser expedida en ellos dos, como por ejemplo, los rotulos de las calles, las paradas de tranvías, los formularios de una oficina de empleo… Sin embargo, aquellos lugares declarados monolingües deben preservar el derecho de todos los ciudadanos a comunicarse en su idioma por lo que, si un suecoparlante llega a un municipio donde la lengua mayoritaria es el finlandés, se encontrará en su ayuntamiento con formularios oficiales solo escritos en ese idioma, pero tendrá que haber alguien en dicho lugar que lo atienda en sueco.

En las escuelas uno u otro idioma será el preponderante (es decir, en el que se enseñe matemáticas, física o literatura) pero los alumnos deben acreditar unos conocimientos mínimos del otro para obtener la certificación académica correspondiente.

Pero lo que se me hace realmente interesante es trasladar toda esta infraestructura lingüística al caso español: ¿cómo se llevaría a la práctica que el gallego, el euskera, el catalán o el valenciano conviviesen co-oficialmente, a nivel nacional, junto al castellano? Según el modelo finlandés, habría municipios vascos que sólo estarían obligados a realizar sus comunicados en euskera,  alguien de Tui (Pontevedra) estaría en su derecho de hablar en gallego en el ayuntamiento de Alcantarilla (Murcia), no habría obligación de hacer exámenes en catalán para poder trabajar en la Generalitat y una familia de Soria que se trasladase a un pueblo de Lérida tendría derecho a que sus hijos dieran clase en español si en ese pueblo se superara el citado 8%, y la obligación de que estos niños acreditasen un mínimo nivel de valenciano. Es decir, cada uno tendría derecho a usar su idioma en todo momento y éste no se supondría una traba para quien no lo dominase.

Sería fantástico que en España pudiese funcionar algo así. Pero claro, a estas alturas de la vida, en un país de 46 millones de habitantes y con un idioma materno común que convive de forma cooficial con otros cuatro en distintas comunidades autónomas, se presume imposible.

Volviendo a Finlandia, la región autónoma de Åland, que está formada por un conjunto de islas situadas en el Báltico goza de unos privilegios especiales que no tienen el resto de regiones del país. Esto es debido a que durante la lucha por la independencia sus habitantes preferían unirse a Suecia, entre otras cosas porque en su gran mayoría eran suecoparlantes.  Pero en 1921 el Consejo de la Liga de las Naciones adjudicó a Finlandia la soberanía de Åland, con la condición de que dispondrían de un alto nivel de autonomía, tanto a nivel político, como cultural. Así, el único idioma oficial es el sueco, hablado por el 94% de la población como lengua materna y tienen, entre otras, la facultad de poder emitir sellos propios y matrículas de coches distintas a las del resto del país. Además, Åland acude al Consejo Nórdico con una delegación propia, vaya, como si en una reunión de países del Meditarráneo el representante catalán se sentase junto al español.

El último estatus lingüístico que se ha realizado en Finlandia (se actualiza cada diez años) determina que, de un total de 460 ayuntamientos, 395 son de lengua finlandesa y 21 de lengua sueca, de los cuales 16 están en las islas del archipiélago de Åland.

A pesar de que este modelo de convivencia lingüística tiene puntos en contra, como el elevado coste económico y el enorme esfuerzo social que conlleva mantenerlo, actualmente prima sobre ello el sentimiento por parte de ambas comunidades de pertenecer a una misma nación aunque históricamente haya habido tantas discrepancias al respecto.

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