Los autobuses públicos tienen estas cosas. A vueltas por Sevilla se entera uno que forma parte de la generación ‘Ni-ni’. Lo explican dos señoras de mediana edad –abanico oscuro y carmín sin brillo- mientras destripan y apañan soluciones a la crisis en una conversación tan de Tussam y merienda. Así que, en principio, soy uno más de esos niños ‘ni-ni’, aquellos que ni trabajan ni estudian, que viven al amparo de los padres, la subvención más antigua de la historia.

Pablo Rodríguez. Sin embargo, uno que es por naturaleza dado al debate y la polémica –al estilo griego, por supuesto, que ya estamos cansados de Belén Esteban- no puede evitar el rechazo de la etiqueta. Quizás el traje de esta generación sí sea el dichoso ‘Ni-ni’, somos la generación que “Ni tiene trabajo, Ni cobra cuando lo tiene”. Somos esos que crecimos al amparo de los contratos basuras del felipismo, la privatización de ‘Josemari’ o las becas de la Junta y que mañana sufrirán las reformas de ZP.

Nuestro tiempo es el de los viajes de estudio en el extranjero, los cursos de idioma del MEC, los congresos universitarios y currículum con los que empapelar despachos de grandes empresas. Sí, somos los ‘ni-ni’, esos ‘ni-ni’ nativos digitales, plurilingües, con sueños y aspiraciones, los que queremos cambiar el mundo porque en el colegio nos dijeron “el futuro es vuestro” y “el esfuerzo siempre tiene recompensa”. Somos aquellos que pretenden hacer uso de sus capacidades porque para algo somos la generación más preparada de la historia, a pesar del raquitismo educativo de Andalucía, como dicen los estudios de la Unión Europea.

La pena es que acabaremos negando como Ortega y Gasset en la república: no, no era esto lo que nos dijeron en la escuela, las prácticas abusivas y gratuitas, las entrevistas de trabajo ‘ya te llamaremos’. ¿Es que acaso tendremos que imitar a nuestros abuelos y coger maletas al extranjero? Algún día alguien explicará por qué fracasó nuestra generación porque sí, las dos señoras del autobús no están confundidas. Somos la generación ‘ni-ni’. Aquellos que, por desgracia, harán realidad el chiste ‘vive de tus padres hasta que puedas vivir de tus hijos’ si es que los mayas no aciertan y estas campanas de octubre no anuncian un alboroto.

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