Para muchos sevillanos empieza el año en el mes de marzo. ¿La culpa? Una semana llena de sentimientos, recuerdos, imágenes… de pasión y devoción ante la vida de Jesús, nuestro Salvador, y su madre, la Virgen María.

José M. Lugardo. Lo que ocurre en esa semana, y hablo con el corazón, no se nos va de la cabeza en un año y hay algunos, como es mi caso, que no se nos olvida jamás. Semanas antes de comenzar la semana grande sevillana nos damos cuenta de que se acerca el comienzo de ella, ¿las razones?, pequeños detalles que a todos nos hacen sentirnos orgullosos de ser de este rinconcito andaluz. El sol, que empieza a reinar en Sevilla haciendo del Guadalquivir un río casi transparente, y alzando la vista, sientes como si te lanzara un beso la Giralda mientras hueles su perfume a azahar entre balcones repletos de geranios que inundan los barrios sevillanos.

Niños nerviosos esperan con impaciencia su primera estación de penitencia, cargados con bolsas, y no con otra cosa más que con su primer capirote y su primera túnica a estrenar con su cofradia.

La plaza del Salvador, la calle San Jacinto, el barrio Santa Cruz y más sitios significativos de la ciudad se llenan de gente en las terrazas de los bares para degustar los dulces típicos de la época.

Quinarios, Besamanos, Conferencias, Conciertos… sin duda alguna el mejor telonero de lo que está por llegar, todo el mundo con un ojo puesto en el cielo y con otro en la parroquia del Prado de San Sebastián… todo el mundo quiere ver la cruz de guía de la Hermandad de la Paz, con el fin de tranquilizar sus corazones y que puedan decir: La Semana Santa ha comenzado.