no_somos_mercancas_en_manos_de_banqueros_y_polticos

La política ha existido siempre. Ya la antigua Grecia poseía un sistema político democrático, y aunque en la historia se hayan ido sucediendo distintos sistemas organizacionales, la realidad es que siempre han gobernado unos sobre otros.

Sin embargo, ahora poseemos algo que nuestros antepasados no tenían: derecho a la palabra, al grito, a la voz, y también al voto. Ahora todos podemos colgar en diversas redes sociales, ya sean blog, twiter, facebook,… lo que opinamos, lo que queremos para nuestro gobierno, crear plataformas de apoyo enfocadas hacia los intereses de la gran mayoría, ya olvidada, que es el pueblo, que somos todos.

Hace relativamente poco, hemos podido evidenciar las consecuencias de una movilización que acabó con treinta años de dictadura en Egipto, y cómo ese levantamiento y presión hacia su líder autoritario Hosni Mubarak ha servido de ejemplo para mover a diversas fuerzas opositoras del régimen y luchar por la causa.

Pero claro, España no se encuentra en las mismas circunstancias. España es un país desarrollado, civilizado, con educación, servicios públicos, etc. No estamos sometidos a un estado dictatorial como hace cuarenta años, ni condicionados a una única ideología ni religión. España es una democracia y se supone que es ‘libre’.

Sin embargo, el pasado 15 de mayo salieron a la calle miles de personas de diversas comunidades para manifestar su descontento e indignación. El cansancio generado tras años de bipartidismo, que dice ser democrático, se está evidenciando, y el actual socialismo, que según mi opinión, hace mucho que dejó de serlo, está tocando fondo.

Aún así, parece que en las próximas elecciones, como dejan ver algunas estadísticas, volveremos a ver la parte más tradicional y chaquetera de los españoles, ya que a menudo cuando no nos gusta la cara elegimos la cruz. El tópico ‘blanquinegro’ que, como si de antiguas fotografías se tratase, no nos deja ver más variedad que aquello que nos ponen por delante.

A pesar de ello, mi indignación va más allá, va contra el conformismo que ha conseguido adormecer nuestras conciencias, el que emerge mientras vemos un telediario y volvemos la mirada, el que se deja ver cuando hablamos de la crisis y criticamos al gobierno, a los políticos, al Estado…, y sin embargo, continuamos sentados, viendo la tele, sabiendo que mañana el aparato continuará ahí, y que esa crisis que nos afecta, pero indirectamente a algunos, de momento, no nos va a robar el descanso, ni el programa de evasión televisiva.

Ahora resuenan en los medios los gritos de una población que pide con fuerza pacífica cambio, que se niega al sistema capitalista gestionado por los mandatarios y los peces gordos, caciques que miran por sus intereses olvidando que están en el poder gracias al pueblo, y que el sistema democrático se debe por y para su pueblo. Ya sean políticos o banqueros los que durante años se han lucrado del sistema, y no solo por su mala gestión, sino no por el rebaño que durante años han ido alimentando.

Algunos parecen haberse comprometido por la causa y salen a la calle a manifestar su descontento, a reivindicar su palabra y su derecho a ser escuchados. Piden reformas, mejoras, una vía factible para salir de la crisis, un gobierno que no estimule más privatizaciones y coarte libertades, que no engañe y que se deba a su pueblo. Esperemos que ese ruido sea escuchado más allá que como un leve silbido y que ese compromiso levante a más de uno de su sofá para decidir por aquellos que luego decidirán por él.

Paula Romero González.

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