francisc-segura-23-8-17

Muchas veces he mirado el televisor en el tiempo de deportes de los informativos, he visto los jugadores, lozanos y forzudos comiéndose la vida con veinte y pocos años y he pensado qué sería de ellos cuando los gemelos dejaran de tirar y la piel tersa contenedora de tatuajes ya no les brindara el mismo dinero ni tuviera el mismo atractivo.

Señores, el mundo no está perdido; los que nos dedicamos a la cultura podemos mirar como aquellos que se revuelcan en lechos de euros miran también hacia el legado de nuestro Occidente sabio y herido por las luchas. Hoy el fútbol, de las pocas que me da, me ha regalado otra alegría: un jugador, concretamente Coke, ha querido producir, dando soporte y apoyo financiero, una simpática apuesta teatral para el Festival de Itálica.

Andoloni Producciones, que es el nombre oficial de la empresa que ha llevado a cabo tan valiosa acción cultural, pone esta noche en Itálica una «Asamblea» de Aristófanes, con notas de Lisístrata  y de Pluto llena de comedia y diversión en la que Jorge Andújar, el antedicho «Coke» tiene el papel más importante, aunque, según parece, no se ve con fuerzas ni capacidad para salir a scaena. No sé yo si se privará de hacer algún guiño, pero yo le felicito desde ahora, porque Coke ha dado un paso que la cultura sevillana, y española, necesita especialmente tomar como propio y no mirarlo como gesto de excéntricos millonarios actuando por capricho.

El emprendimiento individual a pequeña escala dentro del universo de la cultura es lo que nos salvará de la muerte. Ya los caballos de Troya pasaron, y quedaron abandonados, carcomidos, a las puertas de esta gran ciudad de las artes que es el universo de la cultura en cualquier lugar del mapa. Damos por cierto y trágicamente válido que las grandes apuestas por el conocimiento, la interpretación y la difusión de todo este patrimonio han pasado, por ahora, a mejor vida.

Después de habernos amoldado a los grandes chalés con piscina, solárium y pistas de pádel, hemos de seguir descubriendo el encanto de lo pequeño, de lo artesano, como si las máquinas que nos compramos para producir precisaran todas a la vez una extraña pieza de engranaje que no sabemos muy bien dónde se fabrica. ¿Qué haremos? ¿Qué será de nosotros…cuando hayamos muerto? No nos dejemos vencer, no perdamos la esperanza. Hay todavía almas sensibles, corazones dispuestos, espíritus aventureros como el de Koke, que a partir de hoy, y por tres días, va a reunir una asamblea en la que toman cuenta de que el gobierno hay que cambiarlo para dar poder a los que no lo tienen, decisión a los que no la toman.

Queda todavía algo que esperar. En un mundo contagiado por el pesimismo, en una España invadida todavía con fotos de cadáveres que nos llenan la mente con su desasosiego, hay que caminar atrás en el tiempo y marchar a ese rincón idílico donde acababan su vida los buenos soldados del Imperio. Al sur de España, cerca de Hispalis, donde la colonia Itálica. Allí, su teatro rinde todavía homenaje a los que siguieron «la escondida senda por donde han ido los pocos sabios que en el mundo han sido». Los que, compartiendo lo que podían ofrecer y gozándose de lo que otros le aportaban, vivieron siendo un poco más felices.

El tiempo de las grandes alegrías parece que ha pasado, pero hay pequeños regocijos que nadie nos podrá quitar. Gracias, señor Coke, por esa Asamblea de la vida que hoy se representa en Itálica. Gracias por demostrarnos que después del cuerpo, vive el espíritu; que hay todavía una luz encendida a la que mirar, que hay un camino aún por recorrer. A la rueda usted, y sus aguerridos compañeros y compañeras, por dar forma a una ilusión en forma de teatro. A la rueda los que no nos quieren dejar de vivir, simplemente vivir, y conste que ya no digo ser plenamente felices. Cojan ustedes sus caballos, leche, y váyanse lo más lejos que puedan. Aquí ya estamos desangrados.