francis-segura-1-abril-2016

Hija mía, pensaba que no ibas a llegar nunca. Te estábamos esperando como agua de mayo. Sí, prima. Prima Vera. Mi prima Vera es muy despistada y nos hace preocuparnos en exceso. Parece mentira que hace una semana llegara, como cuando te llega esa familia del pueblo y no sabes dónde colocarla. Así me vino mi Prima Vera. Con la Macarena en la calle. Sí, es que ella es así de oportuna.

La moza, que venía la mar de guapa y galante, llamó al porterillo del recuerdo y nos gritó: «Abrid». Tiene un defectillo en la lengua la chiquilla, y dijo eso en vez de Abril, que era lo que ella quería que yo entendiera. Pero conociéndola, tan locuela y despistada, pensé que ya sabía lo que venía a traerme. Lo de «Abrid» no era sólo por la puerta del piso, era por muchas más cosas que andaban encerradas y que mi prima Vera, como es tan curiosona, me saca del cajón, me pone encima de la mesa, le quita el polvo a bayetazos y me dice «Ea, ya lo tienes, dispuesto a usarlo otra vez».

Ay, prima Vera. En el fondo te quiero como eres y cuando eres. Porque tú eres de esas que, de frente muy lindas pero cuando se da la vuelta te deja la cara sofocada de calor y te dice aquello de «¿Prima Vera? Vera No.» Y ahí te quedas, sufriendo su ausencia hasta que Oto-Oño acaba trayendo el invierno hasta que regresa ella. Para quedarse en Semana Santa y Feria, y el Rocío y el Corpus. La muy oportuna no se pierde nada. Me deja la casa empantanada (va por vosotros, David Romero y Manolo Jurado), llena de túnicas, trajes, volantes, peinecillos y tacones y se va…como la que no ha roto más que flores de azahar y bombillas de alumbrado.

Mi Prima Vera. Yo la quiero así, porque es aparecer y pone a trabajar a un montón de gente. No consigue lo del pleno empleo (eso son utopías de Mariano, aunque para Mariana mi Prima Vera, que pone en la calle ochenta vírgenes dolorosas, lo menos diez de gloria y seis carretas de Simpecado). Le gustan mucho las procesiones, como a mí, aunque yo estoy más desengañado. Yo creo que, para verme tranquilo de cuando en cuando, llama a los japoneses para que disparen eso de las nubes y llueva. Luego me pongo triste, pero ella, por tal de verme con salud y descansado hace lo que sea.

«Échame una mano, Prima (Vera), que viene mi novio a verme», cantaba la niña Pastori, y lo cantaba en mayo, seguramente, porque mayo es tiempo de ennoviarse por las cruces (no se pierdan, si pueden, las de Berrocal). Échame una mano, Prima, le digo yo también, porque a mí, aunque ya me tienen más que visto, quiero que me sigan viniendo a buscar los proyectos y los trabajos, que ahora se desperezan y me ofrecen un estío de esfuerzo e ilusión. Ay, Prima Vera. Sabes darle a cada uno lo que busca. No me traes chorizos de la matanza del pueblo, pero a ver si te llevas ya todos los chorizos y haces una matanza incruenta, que con lo de la sangre, Prima Vera, ya sabes que me desmayo, irremisiblemente.

Prima Vera, hoy te voy a dar a ti el lado bueno de la rueda de reconocimiento, esta loquería mía de los viernes en Sevilla Actualidad. Por todo lo que de bueno traes y lo malo que te llevas, porque me haces feliz a pesar de todo y al decir «Abrid», tiempo que empieza hoy, me has regalado un montón de ideas encarpetadas que voy a ir trabajando poco a poco. Prima Vera, frente a ti, en el sitio de los malos, voy a poner en la rueda los que pretenden nublarte o los que te echan el toldo para no dejarme ver esos días azules y ese claro sol de la infancia (Machado, el palacio de las Dueñas, el nuevo tour-palacio, debe ser también un homenaje tuyo). Prima Vera, tú como en casa. ¡ABRID! Voy a dejarla entrar, y dejaré que me cuente algo. Os veo el viernes!

Sevillano habilitado por nacimiento, ciudadano del mundo y hombre de pueblo de vocación. Licenciado en Historia del Arte que le pegó un pellizco a la gustosa masa de la antropología, y que acabó siendo...