juan blanco 22nov15

«Europa se derrumba y nosotros nos enamoramos». La frase original la pronuncia Bogart en Casablanca, pero el parafraseo europeo es de la profesora Marycruz Arcos.

«El mundo se derrumba», decía en realidad Rick Blaine. Y es ahora, en realidad, el papel de Europa el que está en juego para que nos volvamos a enamorar, o no, del proyecto europeo. Ahora, cuando, más que nunca, «nos quedará París».

Los recientes atentados de la capital gala han puesto en evidencia a más de uno a causa de la casi siempre innecesaria inmediatez de la opinión publicada. Pero se acabó: ha llegado el momento de pronunciarse y, tras pensarlo mucho, he llegado a la conclusión de que… sigo sin tener una postura clara acerca de las causas, consecuencias y posibles soluciones a la lucha contra el terrorismo. Por fortuna, el devenir del conflicto actual no dependerá de mi opinión ni de la de aquellos que pasaron en menos de 24 horas del #TodosSomosParís al renacido #NoALaGuerra. Quienes sí deberían tener en cuenta lo que piensa su electorado al respecto son los responsables de la toma de decisiones. Y visto lo visto, ¿sabe el electorado lo que quiere?

Parece obvio que nadie quiere que se bombardee el avispero del Daesh, que podría volverse en cualquier momento en nuestra contra. Bueno, sí; quizá quienes ostentan cargos públicos mientras tienen intereses privados en la industria armamentística. O quienes pretenden utilizan el conflicto para justificar el incumplimiento de sus objetivos de déficit. Pero, por desgracia, parece que ha llegado el momento en el que la Unión Europea busca resarcirse de haber mirado a otro lado cada vez que pudo haber hecho valer su posición como actor internacional. Y digo por desgracia porque la ansiedad por decir aquí estoy yo puede hacernos pasar de no actuar a hacerlo de forma impulsiva. La política-Twitter. 

Sucedió en Yugoslavia en los 90, cuando fueron finalmente el tío Sam y su OTAN quienes se vieron obligados a intervenir, tarde y mal, para poner fin al conflicto de un país que estaba desangrando en plena Europa. Sucedió más recientemente en Ucrania, cuando los dirigentes de la UE legitimaron sin pudor la consecución de un dudoso cambio de gobierno afín a sus intereses. Y sucedió, sucede y seguirá sucediendo, con la crisis de los refugiados, que están siendo ya las principales víctimas colaterales de la actuación de unos necios cegados por la ira en la capital de la libertad, la igualdad y la fraternidad mientras Europa sigue negociando cuotas.

Está claro que la lucha contra el terrorismo debe ser policial, y no militar. Máxime, cuando quienes atentan contra nosotros son compatriotas nuestros a nivel europeo. Y, sin embargo, no puedo evitar caer en la analogía entre la situación siria y la vivida en nuestro país en el 39, cuando el ejército se alzó contra un gobierno legítimo sin que prácticamente nadie, desde una inexistente comunidad internacional, acudiera a socorrernos. Me pregunto qué pensarán los sirios de los europeos mientras reflexionamos sobre nuestro papel en el mundo.