Cuando nos enfrentamos a una situación de evaluación, como unas pruebas de selección para un puesto de trabajo o un examen importante para nosotros, contamos con dos armas fundamentales: la Inteligencia Racional y la Inteligencia Emocional (IE).

La inteligencia racional probablemente la llevemos trabajando, al igual que nuestros contrincantes, durante toda la vida. Sin embargo, si decidimos desarrollar determinadas competencias de nuestra IE, estaremos marcando la diferencia.

Un incremento de nuestra IE afectará tanto al proceso de preparación de la prueba a la que nos vamos a enfrentar como a los resultados que obtengamos en la misma.

Hay pruebas, como las oposiciones, que requieren un largo periodo de preparación. Otras, como en el caso de la PAU, implican una concentración muy intensa a la hora de estudiar. Si conseguimos eliminar las emociones negativas (estrés, inseguridad…) que tienden a manifestarse durante la etapa de preparación, nuestro rendimiento será mayor, lo cual incidirá positivamente sobre los resultados finales. Por otro lado, en el momento en el que nos enfrentemos a la situación de evaluación, este tipo de emociones intrusivas pueden afectar a nuestra inteligencia racional y provocar un descenso en nuestros resultados.

Una emoción es una reacción psicofisiológica y, por tanto, está compuesta por un componente mental y otro fisiológico. Para controlar la emoción que sentimos ante la preparación de una prueba, lo primero que tenemos que hacer es preguntarnos qué emoción nos evoca esa situación. De este modo, estamos trabajando el Autoconocimiento, que es siempre la competencia base para el desarrollo de la IE de una persona.

Cuando hemos localizado la emoción que nos está molestando en el camino para alcanzar nuestra meta, debemos conseguir controlarla. Para hacerlo, hemos de desarrollar la competencia de Control Emocional abordando las dos líneas de actuación de nuestra emoción: la mental y la fisiológica. Gracias a técnicas como la Detención de Pensamiento seremos capaces de desglosar las ideas negativas asociadas a esa emoción y transformarlas en positivas. En cuanto al componente fisiológico, las técnicas de relajación serán nuestro instrumento para combatir el problema. Realizar durante todo el proceso de estudio, cada noche, la técnica de Relajación Progresiva de Jacobson (es muy sencilla, y sus instrucciones están al alcance de cualquiera) reducirá nuestro nivel de activación general y hará que lleguemos a la evaluación mucho más tranquilos.

Con el desarrollo de las competencias anteriores conseguiremos aumentar la confianza en nosotros mismos, la cual será un perfecto puente para aumentar nuestra Automotivación, que será la competencia clave a la hora de enfrentarnos a la prueba; esta última competencia nos aportará la actitud adecuada para sobresalir en nuestro desafío.

Sin lugar a dudas, si seguimos este proceso, nuestros resultados se verán aumentados puesto que, no sólo haremos uso de nuestra inteligencia racional como la mayoría de nuestros contrincantes o compañeros, sino que, con el desarrollo de las competencias emocionales, marcaremos la diferencia.

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