Solo han pasado dos meses desde la reducción obligatoria de la movilidad  en London. Las restricciones legales del Gobierno han mermado la rutina previa, pero, han dado pie a una naciente reestructuración social, tanto en el hogar, en el trabajo (quienes no lo han  perdido) y en la educación de los más jóvenes.

Supuestamente, el próximo 28 de mayo de 2020 el Gobierno del Prime Minister Boris Johnson confirmará la apertura de las escuelas el 1 de junio para Inglaterra, tal como adelantaba Michael Gove.

“You can never eliminate risk”  

Principalmente para los alumnos de secundaria, luego accederían guarderías, infantil y primaria.

El sistema político británico, como ya expliqué en un artículo anterior, aclara las competencias en determinados asuntos, por lo tanto, Escocia estima que la fecha debe ser el 11 de agosto, Irlanda del Norte después del verano y Gales no tiene intención de hacerlo por ahora.

El Gobierno va a desentenderse de la responsabilidad en este delicado asunto, derivándolo a los ayuntamientos, que son los encargados de gestionar las escuelas, ellos serán los responsables de lo que ocurra.  Los gestores municipales ven ridícula y anticipada tal fecha porque no es factible, no hay personal ni material y tampoco espacio físico para controlar y mantener una distancia de seguridad que evite propiciar el contagio entre los benjamines. Esta idea es compartida por el sindicato mayoritario a nivel estatal, como ha indicado un importante responsable del mismo NASUWT.

“We are unconvinced it is appropriate or practicable”

En cambio, el ministro Michael Gove, quien se destaca por clasismo a ultranza, repite como una cotorra:

 “Young children so far appear to be at low risk of becoming very ill from Coronavirus”.

El ministerio de Educación, The Department for Education, ha diseñado una guía para las escuelas inglesas, básicamente es una mezcla de las medidas  adoptadas en los países que han reabierto sus escuelas, como Dinamarca, Francia y parcialmente Alemania.

Clases de 15 alumnos con un professor o maestro. Reducir el material que se comparte, como el material de educación física o biblioteca, por citar algunos. Dividir en grupos las entradas y salidas del centro, los recreos y en algunos casos el comedor. Aumentar la frecuencia de limpieza de la escuela. No llevar ni traer nada de casa.

En la práctica todo esto es un despropósito. No se pueden desdoblar todos los cursos. Escalonar la entrada y la salida es una jugarreta para los padres que se desplazan a la escuela y tienen que compatibilizarlo con sus horarios laborales, incluso con el teletrabajo. Si no hay suficientes maestros y profesores en las escuelas y los Teachers Assistant (personal que no requiere obligatoriamente tener una titulación para ese puesto) están oficiosamente ejerciciendo tareas que no les corresponden a ellos, ¿cómo van a cumplir con los grupos de 15 alumnos? Y si a ello unimos a las familias con varios hijos, va a ser un caos tremendo.

Hay que considerar que muchos estudiantes no van a la escuela de su barrio. Los desplazamientos de una duración entre 15 minutos a 1hora son más frecuentes que en ciudades como Sevilla o Málaga, por citar las dos más grandes de Andalucía. La inseguridad de los adolescentes es muy alta en London, no es un tema baladí.

¿No se puede aplazar hasta septiembre? Claro que hablar del dinero que haría falta para realizar todo esto, en la antesala del Brexit y con los efectos de la pandemia, es una quimera para un gobierno conservador neoliberal creyente.

“A stitch in time saves nine”.

Obviamente, las familias de clase trabajadora, que no se reconocen como tal, son las más afectadas, a mayor poder adquisitivo, menor es el impacto.

El acceso a internet es otro tema, ya que en muchos hogares el acceso es por vía telefónica a través del móvil, no cuentan con suficientes ordenadores u otros dispositivos, por lo tanto realizar las tareas en línea se complica bastante.

“Homeschooling is uneasy for parents”.

Las familias nos hemos convertido de un día para otro en maestros y profesores de todas las materias. Hemos vuelto también al horario escolar. Por muy profesionales que seamos en nuestras áreas, muchos no somos enseñantes, sabemos matemáticas pero no explicarlas, hablamos idiomas pero no los enseñamos. Sabemos cómo procrea un mamífero, pero no recordamos cómo es el sistema reproductor de las plantas. No negaré que repasar esas lecciones es enriquecededor, pero compatibilizarlas con el mismo horario de trabajo se vuelve irritante y exhaustivo.

El enfado, el agobio y el estrés se han elevado a la octava potencia, porque los gestores a los que se ha votado para que resuelvan estos conflictos están pasando la pelota a quienes menos pueden aliviar esta realidad, a los ayuntamientos y a las familias.

“Parents don’t play hooky!

En definitiva, tenemos en London un sin fin de estudiantes cuyo acceso a la escuela es través del celular, familias que han perdido su trabajo y no pueden alimentarse ni pagar el alquiler, familias que trabajan en diferentes turnos por la pandemia, los llamados, keyworker, que no encuentran apoyo para conciliar la familia y el trabajo. Como mucho te ofrecen un colegio con cero garantías de contagio, el teletrabajo solo es real en ciertos sectores y además debemos ejercer de maestros y profesores.

Si en tiempos de normalidad la mayoría de los oficios se realizan en el mismo horario que el de las escuelas. ¿Por qué no se realiza homschooling por la tarde? Facilitaría a muchas familias. Incluso dos turnos, de mañana y de tarde. Aprovechemos la luz de los meses de junio y julio (aquí se termina el curso escolar a final de julio).

La apertura de la escuela sin garantías es sinónimo de más muertes. La teoría del rebaño es una locura. Para ello debemos llegar al 60% o 70% de la población, con los porcentajes actuales tenemos esta cantidad de muertos, rebajada y tirando por bajo, la multiplicación sería una matanza a una escala comparable a las guerras más dañinas.

El cinismo ha florecido durante la pandemia, ya empiezan los murmullos, esos ruidos que nunca se sabe de donde provienen, pero que a la larga alcanzan cuerpo y forma: cada anciano que muere, una pensión menos que pagar; cada pobre que fallece, unas ayudas sociales menos a los contribuyentes; así sucesivamente.

“Hear it on the grapevine”.

La muerte no entiende de clases sociales, es cierto, pero las clases más privilegiadas, excepto que se expongan al contagio bruscamente como está ocurriendo en EEUU, Brasil, España y algunas ciudades andaluzas, van a resultar menos perjudicadas que el resto. Sin embargo, si un Estado empieza a “sonreir” porque ahorra en pensiones debido a que sus mayores se mueren, entonces hemos perdido la humanidad.

Recordemos que muchas muertes se podrían haber evitado si el NHS hubiese funcionado como en su floreciente época dorada. Para un Estado que no ofrezca sanidad, educación, y prosperidad para todos, absolutamente todos, sus ciudadanos, no hay bandera, himno, historia bélica, proezas o héroes que lo justifiquen.

Cuidar a nuestro mayores es proteger el futuro, erradicar la pobreza es unir a la sociedad.

Natural de Sevilla; en la Rábita, el mar me bautizó; aprendí a caminar y hacer travesuras como cazallero; en Dos Hermanas la escuela me dio alas, la Hispalense un motor; luego en México, bravura y...