Desde mi estancia en el Reino Unido el sonajero del Brexit no ha dejado de escucharse por todos los rincones. Fácilmente eran perceptibles las falacias dichas sobre la Unión Europea y sus políticas perjudicando a los súbditos de su graciosa majestad. ¡Cómo si la Unión Europea no tuviera defectos y no hubiera cometidos errores abismales que han causado mucho daño a la ciudadanía! No había ni hay necesidad de mentir, solo es cuestión de describir.

En Andalucía sí que hemos pagado caro el billete para entrar; pesca, agricultura y ganadería. Y encima las migajas que te “dan” se las queda la aristocracia al 90%, sin necesidad de justificar, y con la Guardia Civil de vigilante, por si te ocurre quejarte, y la prensa mesetera bombardeando a diario para marcar la línea del bien y el mal.

Y con el debate instalado sobre el significado y el impacto directo de la UE en la sociedad británica, UK es un miembro importante de la Unión, al ser la capital económica en la rama financiera podría haber originado una corriente de opinión que realmente evaluara su sentido: “Miss the boat”.

¿Realmente se buscaba una meta en común? ¿La Comisión Europea tiene objetivos sociales? ¿Reino Unido quiere ser igual a otros estados miembros? ¿A quién le interesa la pérdida de derechos sociales y qué ganan con ello?
¿Es el capitalismo neoliberal el único sistema posible? ¿Y el neoliberalismo es más británico que europeo o viceversa?

Lejos quedan el castigo de la República Francesa y su bloqueo para adherirse a la proto-UE. Esa soberbia que se transformó en claudicación, puertas hacia dentro, para entrar el club surgido en Roma. Esa entrada que causó conmoción en una sociedad dividida donde se conjugaba la imperialista con la sufridora de la guerra, quienes creían en la paz y quienes veían la expansión aún sostenible, incluso cuando a patadas los echaban desde los cuatros puntos cardinales.

¿Ha traído Europa la paz? ¿La UE trabaja para la paz? ¿ Y el Imperio, cuándo dejó de serlo? ¿Y cómo se fue al garete? La Pax Europea sólo ha sido parcial y doméstica. Incluso en Irlanda se ha conseguido hace muy poquito y es tan débil que el Brexit puede revocarla, incluso en el Campo de Gibraltar, lejos de ser una realidad idílica, ¿Alguien ha sopesado las consecuencias?

Muchas son las preguntas y pocas las respuestas concretas que nadie ofrece. Dentro de este barullo nos encontramos con emigrantes, que un día tomamos nuestra maleta en busca de algo diferente: oportunidades y experiencias, aprender un nuevo idioma y vivir en una cultura que estamos escuchando desde la infancia: Beattles, Rolling Stones, The Crash…

Un idioma que chapurreamos en la escuela durante varios cursos y su cine que veíamos cada semana, pero lo bizarro es que apenas lo veíamos en versión original, siempre manipulado con traducciones desde la Puerta del Sol, nadie entiende el “sayonara baby” ,pero tampoco en la península se entiende “no, ni, ná”. Sobra mucha soberbia e ignorancia y falta atención y tolerancia a lo que no entendemos como fuera de “lo normal”.

“Feeling a bit under the weather”

Ya no se emigra en el tren ovejero y con una maleta de cartón. Ahora es un portátil y con maleta de ruedas (personalmente prefiero estilo mochilero, soy pragmático). Eso sí, te hacían creer que si hablabas el idioma y pagabas impuestos ibas a ser un Londoner, ser parte de la agria y gélida familia británica, la New York de Europa, pero todo era apariencia. Si hay algo que se aprende por estas tierras es la doble moral y la hipocresía. Nunca han querido a nadie de fuera, excepto a ciertos grupos, no quieren la mezcla de cultura más allá de un tapa de paella y una cerveza más barata de lo que suelen pagar. Ni por asomo que un país como Eslovenía puede estar sentado en la misma mesa que Reino Unido.

Este es el fondo del Brexit que está triunfando. El nacionalismo de los años 30 del siglo pasado, el marcar al diferente y la pureza de sangre. No hay familia más alemana que la reinante en estos momentos. ¿Y quiénes serían los verdaderos británicos? ¿Los descendientes de los escandinavos? ¿La jerarquía galesa post-romana? ¿Los caribeños llevados de África a Ámerica y luego a reconstruir Londres? ¿Los sefarditas que crearon el “Fish and chips”?

El fracaso del Letfxit, versión social y progresista del Brexit, en vez de la extrema derecha que representa Boris Johnson quien ha suspendido el Parlamento con el beneplácito de la Reina, fue la derrota de los valores humanos por los mercantiles. Mercancías si, personas no. “That’s it”.

Ahí es donde te das cuenta de que nunca te tolerarán como a ellos, solo el mero hecho de tener los mismos derechos y deberes ha hecho a 17 millones de personas abrazar la xenofobia y el racismo. Había más opciones, incluidas dentro del mismo Brexit, como la dicha anteriormente, pero no hay objeto que tape más mierda que una bandera. En London están apareciendo por doquier.

¿Hay esperanza? Dependiendo para qué cosa. Creo que hay mayoría aún por mantener los derechos sociales en London que amortigüe por un tiempo a la extrema derecha, pero desde el 10 Downing Street se van colocar banderas, muchas de ellas. Desde Escocia se hace frente para impulsar su república, y el equivalente al Tribunal Superior de Justicia de Andalucía ha declarado ilegal la suspensión del Parlamento de Westminster pero al gobierno central le ha dado igual, hasta que ha sido dirigido al Tribunal Supremo el cual puede revocar la decisión, pero esa historia será contada las próxima semanas. Seguimos aquí y no nos rendiremos. We stand up!

Natural de Sevilla; en la Rábita, el mar me bautizó; aprendí a caminar y hacer travesuras como cazallero; en Dos Hermanas la escuela me dio alas, la Hispalense un motor; luego en México, bravura y...