Sra. Ana Mato:

Ante todo tenga mi saludo. Le habla un andaluz, uno de tantos «analfabetos» según usted, de los que vivimos al sur del sur. Esa tierra a la que tan en cuenta tiene cuando necesita lanzar dardos envenenados para quitarse algún muerto de encima.

Le agradezco encarecidamente que haya vuelto a destapar de nuevo la triste realidad andaluza. Hace dos años tiró de la manta diciendo que los niños andaluces no sabían ni leer ni escribir. Ahora, al cabo del tiempo, parece haber dado con la causa de ese grave problema: en los colegios andaluces no hay ni mesas ni sillas; los niños han de recibir las clases sentados en el suelo. Así es señora Mato. Ha vuelto usted a dar en el clavo, ni mesas; ni sillas, el mobiliario de nuestras escuelas es nulo. Le diré más, en algunos centros no hay ni siquiera pizarras y las clases se imparten dibujando sobre las paredes al más puro estilo de las cuevas de Altamira.

Ésa es la Andalucía que a usted le encantaría conocer. La Andalucía de chozas de barro y personas con lanza y taparrabos paseando por la calle, para avalar su idea de que África empieza en Despeñaperros. Eso, partiendo de que sepa usted dónde está Andalucía, porque si no fue capaz en su día de enterarse que en su garaje había aparcado un Jaguar, no sé si será consciente de saber qué hay a tantos kilómetros de distancia de su casa. Por eso mismo será que usted no se ha enterado de que nuestro sistema educativo ha logrado combatir el déficit sin vulnerar ni uno de los derechos fundamentales de los alumnos, demostrando así que en nuestra comunidad se goza de una buena educación, digan lo que digan los siempre malinterpretados informes Pisa, esos que algunas comunidades «maquillan» para obtener mejores resultados.

Con cosas como éstas, queda demostrado una vez más que el problema de los recortes en otras comunidades se paga echando por tierra a Andalucía, el ejemplo de lo malo, el recurso perfecto para echar balones fuera y no tratar el verdadero problema, el pan de cada día de nuestra clase política.

Para terminar con mi carta, señora Mato, le diré que Andalucía no es sólo su Junta con el PSOE al mando. Somos ocho millones de personas que merecemos un poco de respeto por su parte y la de su partido. Pero usted no me haga ni caso, siga mintiendo y hablando de mi tierra sin saber. Puede que le reporte muchos votos para su partido a lo largo y ancho de la geografía española, porque, a este paso, con Andalucía, francamente, lo lleva usted claro.

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