Partiendo de la base de que el fútbol es el único deporte en el que no hace falta ser el mejor para ganar un partido, podemos catalogarlo como “juego de azar”. La cuestión es que cada día influyen más y más factores dentro de ese “azar” que de por sí supone un encuentro, y que convierten el deporte más popular y seguido del mundo en una auténtica tómbola.

Yo cada vez lo tengo más claro: el fútbol es un deporte en el juegan once contra once y en el que siempre ganan la liga los equipos que tienen más dinero. En esto tiene muchísimo que ver el hecho de que el reparto de los beneficios que genera este deporte entre los clubes es francamente ridículo y bochornoso, suponiendo toda una vuelta a la época feudal en la que el rico siempre será más rico; y el pobre igual de pobre.

No vamos a restarles méritos, tanto Real Madrid como Barça son dos grandes entidades que por méritos propios y ciertos avatares del destino han conseguido con el paso de los años la hegemonía dentro de nuestro deporte rey, pero beneficiándoles sólo a ellos –a los poderosos-, se le hace un flaco favor al fútbol español, ya que esto supone un golpe brutal a la competencia. Un golpe que deja a los dos colosos en solitario al mando de nuestra liga.

Tal reparto de bienes televisivos es completamente injusto, los dos gigantes hacen caja mientras las migajas de esas transmisiones deportivas van destinadas a sus rivales. Que se sepa, hasta el día de hoy, un partido es cosas de dos equipos y no es nada sensato que por ese mismo encuentro, uno cobre incluso cuatro veces más que el otro.

Es una pena tener que vincular deporte y dinero pero: ¿qué pasaría si todos los clubs se pudieran permitir gastarse 70 millones de euros en fichajes?, cambiaría la cosa, ¿verdad?

Por cosas como estas –entre muchas otras-, es preciso que los otros 18 equipos restantes de la liga BBVA levanten la voz y exijan igualdad en mayor o medida a la hora de repartir el pastel televisivo.

Pero los problemas económicos a cuenta del fútbol no terminan aquí, por otro lado tenemos a las radios, que forrándose a costa de emitir un anuncio tras otro durante las retransmisiones deportivas, se niegan a pagar un canon a la LFP por la emisión de partidos amparándose en su derecho a informar.

O sea: las radios se lucran con unas emisiones que parten de coste cero, y a pesar de eso se niegan a abonar parte de esos ingresos a cambio de transmitir los anteriormente citados eventos. Casi ná.

El fútbol cada vez importa menos, lo importante es hacer caja.

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