Agosto se fue cuando las tardes comenzaban a ser más cortas y a la vuelta de la esquina apareció septiembre, un mes en el que se entremezclan la melancolía del final de verano, el inicio de la liga, la vuelta al cole y la llegada a los kioskos de nuestros tan queridos coleccionables.

El final del verano es triste de por sí, partiendo de la base de que año tras año se ve marcado por la trágica muerte de Chanquete. La vuelta a la rutina nos supera, nos cuesta retomar la actividad cotidiana sin volver la vista atrás hacia el chiringuito, la tumbona, o el bikini de nuestra vecina de toalla. Todo se nos hace un mundo el día que hemos de retomar el trabajo y el hecho de oír el sonido del despertador es más traumático y desgarrador que el final de ‘Los Serrano’.

La liga echa a rodar un año más y lo hace rodeada de polémica. Entre otras cosas, el conflicto entre la LFP y la radio a cuenta del canon de retransmisión de partidos ha hecho que los clubes de primera prohíban a las emisoras la entrada a los terrenos de juego. Una auténtica pena, porque sin la radio en nuestros campos de fútbol no podremos disfrutar de las emocionantes narraciones que emiten la COPE y la SER entre sus bloques publicitarios de veinte minutos. A esta movida hemos de sumarle el hecho de que cada vez es mayor el abismo que separa en lo económico a Real Madrid y Barça del resto de equipos. De modo que mientras unos manejan miles de millones en el mercado de fichajes, los demás se conforman con fichajes de mercadillo o cesiones a precio de saldo.

Otro de los mandamientos de septiembre -como bien hemos dicho antes-, es la vuelta al cole. Niños y niñas preparan el material escolar y se disponen a comenzar un nuevo curso rodeados de amigos, con los que compartirán nuevas experiencias y peleas; juegos y levantamientos de faldas en los recreos que les harán más amenas las horas de clase y estudio a lo largo de la semana.

Y para terminar: los coleccionables. ¿Quién no tiene en su casa el primer suplemento de una colección por el simple hecho de que costaba un euro? ¿Quién no ha dejado de lado una colección al enterarse de que la segunda entrega costaba nueve euros?

Así es este maravilloso mundo del coleccionista cuya mayor satisfacción no es otra que ir a la papelería semanalmente a por un trocito de barco o una bobina de hilo, y así durante años y años para poder llegar a decir algún día que completaron una colección que enseñarán llenos de orgullo a todas sus visitas.

En resumidas cuentas, septiembre ya ha caído sobre nosotros y aunque puede que así no sean las cosas, así se las hemos contado.

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