Las promesas incumplidas, las mismas caras que te dicen lo mismo de siempre, esas sonrisas falsas, esas palabras vacías, los coches oficiales, las personas que aparecen en segunda fila asintiendo a las palabras de su líder, aplaudiendo lo que dicen,  la dureza de las medidas que los que mandan tienen hacia los de abajo, hacia los que luego en campaña electoral mienten prometiéndoles bajadas de impuestos y subidas salariales, los numerosos escándalos de corrupción, los ERE, las tarjetas black, la Gürtell, los papeles de Bárcenas…

Todo eso parecía suficiente caldo de cultivo para que la ciudadanía ejerciese con fuerza el único poder que le quedaba, el del voto, y desalojase de las instituciones a los responsables de que ese proceder anticuado y delictivo se haya instaurado en ellas.

Pero lo cierto es que la primera oportunidad nos ha traído más de lo mismo: el partido que gobernaba seguirá gobernando, el partido líder de la oposición seguirá siendo líder de la oposición. Sí, bueno, ha habido novedades entre los nuevos y pequeños, pero en fin, ni los tres juntos suman más escaños que cualquiera de los dos por separado. Aún lo antiguo no ha hecho los suficientes deméritos para que los ciudadanos piensen que es hora de cambiar.

Y es que el sistema siempre va un paso por delante de nosotros para salir victorioso. Todas esas circunstancias que relataba en el primer párrafo son contadas, mostradas y transmitidas por los medios de comunicación, así que es posible que mientras fijábamos toda la atención en la política, quizás el verdadero descrédito estaba en el periodismo.

Existe un dicho que habla sobre que en realidad las personas no perseguimos la verdad, sino tener la razón. Buscamos la información que apruebe nuestra propia opinión preconcebida, y en base a ello elegimos un medio de comunicación determinado con el que solemos estar más o menos de acuerdo. Al resto no lo tenemos en tan alta consideración, porque, cada uno en su punto de vista, en su idea preconcebida, pensamos que lo que dice el periódico contrario es simple basura propagandística del otro bando. Y, ojo, en la mayoría de casos el propio periódico ha hecho méritos para que el lector piense así.

De esta manera, quizás en un periódico dicen algo malo de tu partido, pero en el tuyo dicen algo peor del otro, con letras más grandes, formando un titular más contundente. Eso es visto por el lector como un empate, o incluso como una victoria de los tuyos. Nunca como una derrota. Ya puede ocurrir el mayor de los escándalos de corrupción en el partido en el que crees, que si lo dice el periódico contrario al que has elegido como referente no le prestarás atención.

A eso se une el hecho de que cuantas más noticias acordes con el pensamiento de sus lectores dé el periódico de turno, mayor fidelidad tendrá de estos, con lo que más éxito alcanzará el propio medio de comunicación. Cebarse con el adversario proporciona una adhesión inquebrantable entre los tuyos, pero, a la vez, hace un flaco favor al periodismo porque le despoja de su credibilidad.

Los medios de comunicación han regalado la verdad a cambio de la lealtad del lector, y el propio lector ha transformado esa verdad prostituida en la razón que necesita para sustentar sus propias opiniones. Esas noticias que cada uno busca les da la razón para seguir pensando lo que pensaban, justificando lo injustificable y, consecuentemente, votando lo mismo.

De esa manera, entre los dos bandos y su material propagandístico han logrado que el ciudadano no preste atención a una verdad incuestionable a la que podemos llegar a poco que reflexionemos en base a los hechos contrastables que se extraen de una visión general de todos los medios de comunicación nacionales, autonómicos y locales: hay dos partidos en España cuya fecha de caducidad hace tiempo que pasó.

Ya no es cosa de consumir preferentemente, ha llegado a un nivel en el que es imposible mejorarlos a base de conservantes y colorantes en forma de nuevos candidatos. Cuando el yogurt está enmohecido no puedes seguir dando cucharadas esperando que no te afecte. Admítelo, está podrido, hay que tirarlo y coger otro. Verás cómo te sientes mejor.

Biólogo de formación con filósofa deformación, escritor, autor de la novela 'La soledad del escribido' y del blog 'Mi Mundo Descalzo', ha sido infectado por dos moscas ciertamente peligrosas: una,...