Gritos y susurros, por Laura Rosal

Tintinean las rodillas. Tintinean el vientre y el ombligo por culpa de los nervios que se aovillan en el estómago, enredándose y desenredándose a su antojo, provocando diminutas descargas eléctricas, como una telaraña ramificada que sacude todo el cuerpo y lo mece en un delirio dulce. Creo que podría desbordarme entera esta noche.  

Laura Rosal. Me pregunto ahora cómo se sentirán los demás, todos Ellos -los cantantes, los cineastas, los escritores…- cuando publican su obra por primera vez. Me pregunto si todos sentirán la misma excitación, el mismo miedo, las mismas ganas de gritar al vacío y correr luego a esconderse bajo las sábanas. Me pregunto demasiado y no contesto jamás, dejo todas las puertas entreabiertas, nunca me termino el café, me refugio en los reflejos, en las superficies ilusorias. Me redacto irreal e inconclusa.

Mí, me, conmigo. Ahora es tan de noche que no me queda saliva ni tinta. 17 de marzo, casi primavera, casi ardor inhalado en las calles, casi noche estrellada sin lluvia profunda y oblicua (por fin). Mañana se publica mi primer libro. Fue el poeta cubano José Martí el que, en la plenitud de su misticismo, dijo aquello de “hay tres cosas que cada persona debería hacer durante su vida: plantar un árbol, tener un hijo y escribir un libro». Bien, parece que ya queda menos para alcanzar la plenitud (¿y la plenitud qué es…?). Creo que recordaré esta fecha toda la vida. Pero ahora ni siquiera soy capaz de escribir un párrafo con un mínimo de coherencia. Ni siquiera capaz de aprovechar este espacio para decir cosas bellas, o cosas terribles. Ni siquiera capaz de  mirarme en el espejo ficticio. Estoy aquí sola temblando. Riendo. Llorando. Viviendo.

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Licenciado en Periodismo por la Universidad de Sevilla, empezó en la comunicación local y actualmente trabaja para laSexta. Máster en Gestión Estratégica e Innovación en Comunicación, es miembro...