Hace unas semanas, por lo que fuera, el pueblo colombiano, se equivocó y rechazó el acuerdo de paz que su gobierno firmó con las FARC. Unos meses antes habían sido los británicos quienes votaron mal en lo del Brexit y decidieron salirse de la Unión Europea, dejándonos al resto de europeos despechados.

Antes fueron los griegos que, aun votando lo que tenían que haber votado, también terminaron metiendo la pata. Parece que últimamente la democracia no hace más que darnos disgustos.

Menos mal que quedamos la gente de Sevilla que, en un gesto de madurez política, hemos aceptado en referéndum que la Feria se alargue. Debemos de estar en la vanguardia de la democracia europea, o algo por el estilo, porque no sólo hemos hecho lo que se esperaba de nosotros en un referéndum sino que además vamos por el camino de darle a España la segunda presidente hispalense: Susana Díaz, la Frank Underwood de Triana.

A pesar de saber que su plan para asaltar Madrid lleva ya años ejecutándose, seguimos mirando con asombro sus pasos, cada vez más descarados. Sus movimientos, por mucho que los esperemos, siempre terminan descolocándonos. Lo último ha sido empeñarse en dejarle a Rajoy el gobierno de España en bandeja porque, claro, a ella lo de la alternativa del populismo nunca le ha tirado mucho.

No hace falta mucha imaginación para verla en su sillón de San Telmo maquinando el mes pasado contra Pedro Sánchez. Organizando la entrevista de Felipe González en la SER la noche antes del golpe, “Felipe, que no se te olvide decir lo de que te sientes engañado”. Preparando luego la entrada en escena de Antonio Pradas con las dimisiones, “oye, Antonio, di algo de tu hijo, que eso siempre queda bien”. Llamando por teléfono para que Verónica Pérez ensayase por última vez en la cafetería del AVE, “a ver, repite bien eso de que eres la máxima autoridad pero con más fuerza, créetelo: SOY LA MÁXIMA AUTORIDAD”. Y terminar dándole el golpe definitivo a Pedro Sánchez en el cuerpo a cuerpo del comité federal.

Como el referéndum de la Feria, los movimientos de Susana Díaz son democracia pura y dura; un plan enmarcado en los reglamentos internos del partido y en los tiempos que llevan a la investidura de Rajoy. Está por ver cuál será la penúltima jugada en su ascenso a la Moncloa. Por el momento, le ha dado igual sacrificar su partido durante los próximos cuatro años. No tiene prisa por llegar. Supongo que cuando llevas media vida en política y sabes que todavía te falta la otra media por cumplir, una legislatura tampoco es tanto.

De madre sevillana y padre granadino, nació en Almería en 1991. En 2015 se tuvo que marchar a la Universidad de Groninga para poder estudiar la Sevilla moderna de verdad (la del siglo XVI). Es, además,...