german jimenez opinion

Quiero empezar mi tercer curso en Sevilla Actualidad confesando que soy un machista. Sé que lo soy porque, desde hace un tiempo, además de machista me considero feminista. Así que ahora creo que soy machista y feminista todo a la vez, una cosa muy loca pero que tiene su explicación.

No sé muy bien cuándo me hice feminista porque fue ocurriendo poco a poco, pero sí por qué. Fue porque empecé a cabrearme con los artículos de Barbijaputa en eldiario.es. Habrá quien diga que tiene poco glamur hacerse feminista así en lugar de leer dieciocho ensayos, pero qué le voy a hacer, antes que machista y feminista, soy vago.

No es que antes no me considerase feminista. Todo lo contrario. Yo siempre me había creído un feminista de los buenos, de los que defienden la igualdad de hombres y mujeres por igual, valga la redundancia, pero sin exageraciones. Ese feminismo me resultaba bastante cómodo y me indignaba cuando me veía señalado por chorradas tan grandes como sentarme raro en el metro o mirarle las tetas a las mujeres con las que me cruzaba. ¡Qué tendría que ver eso con el machismo! Creo que lo que más me insultaba era que, en un país que está hecho una mierda, a alguien le sobrara tiempo para quejarse de actitudes que yo podía tener en mi día a día.

Mi problema es que estoy lleno de prejuicios y, por eso, tengo la costumbre de darle el beneficio de la duda a alguien que ha leído más que yo sobre un tema. Así que supongo que, por respeto intelectual, seguí visitando su blog, y poco a poco empecé a leer a más gente. Me obligué a no pensar de antemano que sus argumentos confrontaban con los míos, y me obligué a empatizar y a discutir esos artículos con amigas. Y empecé a comprender que, para ellas, muchas de esas preocupaciones eran reales; incluso empecé a comprender que para otras de ellas, esas preocupaciones también existían aunque no entendieran, como me pasaba a mí, qué significaba el feminismo.

Y me di cuenta también de que vivimos en una sociedad machista y de que estoy plagado de actitudes que lo son, aunque antes me parecieran una pamplina: no, no me despatarro en el metro porque tengo los huevos gordos, sino porque el hombre domina los espacios públicos; no, no me fijo en las tetas de alguien porque se haya propuesto alegrarme la mañana con su escote, sino porque la mujer está cosificada en esos espacios públicos; y así mil chorradas y pamplinas que, en el fondo, componen la base de otras formas de machismo que todos, hasta los militantes de Vox, aberramos y que terminan con varias mujeres asesinadas cada semana.

De todas formas, no he escrito esto para explicar qué es el feminismo. Ya he dicho que soy un vago. He escrito esto para mostrar mi agradecimiento a quienes, como Barbijaputa, escriben sobre feminismo retando un espacio público, el de las redes sociales, que es también machista, como demuestran los ataques que recibe diariamente de gente con muy poca vergüenza y mucho tiempo libre, mientras los demás miramos y callamos. Y yo, que seguiré siendo un machista, me niego a seguir siendo cómplice.

De madre sevillana y padre granadino, nació en Almería en 1991. En 2015 se tuvo que marchar a la Universidad de Groninga para poder estudiar la Sevilla moderna de verdad (la del siglo XVI). Es, además,...