Escribir un artículo de opinión cada semana no es fácil, pero tampoco es excusa para hacer textos como el que me encontré la semana pasada en Muchodeporte. En él, Fali Pineda pretendía mofarse del compromiso político de Antonio Luna y, para ello, utilizó unos argumentos más propios del miembro más dócil de Nuevas Generaciones que de un periodista con experiencia.

Pongámonos en situación. No es la primera vez que el ex futbolista de Sevilla se significa políticamente y, en esta ocasión, mostró su apoyo a Cañamero tras su detención. El periodista de El País se indigna y, dejando a un lado la insaciable actualidad futbolística, decide utilizar su columna para dar una serie de lecciones sobre política. Antes de nada, aclaró que «su libertad de creencia es inviolable y respetable, aunque debería predicar con el ejemplo». La de Fali Pineda también lo es, aunque confunda creencia y opción política.

Continúa. «Chirría que forme parte del circo que más detestan los comunistas de cuna, ésos siempre tan bien preparados intelectualmente, que odian la manipulación y que siempre entendieron el fútbol como el opio del pueblo». Esto se veía venir. Es muy fácil hablar desde la superioridad intelectual del periodista deportivo.

Todavía hay más. «Luna, el comunista, debería abandonar el fútbol, ese odioso entretenimiento con el que se domeñan las voluntades, para acompañar a Cañamero en sus acciones». Aquí es difícil contener las ganas de decir que, con ese nivel, Pineda, el analista político, debería abandonar la sección de deportes de El País e irse a las tertulias de ‘Es la mañana’ de Federico.

Y, como culmen, termina recomendándole que «daría un gran ejemplo de solidaridad cediendo buena parte de su ficha a esos comunistas que dirige Cañamero». Puestos a decir chorradas así, podría también aconsejarle una expropiación en el primer supermercado Tesco que encontrase.

No es casualidad que estas coletillas que he ido añadiendo -y que ni siquiera comparto- son lo que menos me ha costado escribir de todo este artículo. Supongo que al periodista le tentó el camino fácil y decidió poner esas cuatro lindezas que bien podría haber copiado y pegado de cualquier foro de internet.

En este punto, me hubiera gustado contestar algo serio y contundente, pero afortunadamente el de Pedrera, demostrando que además de compromiso tiene inteligencia, ya lo había hecho. Al instante, había robado el balón y regateado con mucha clase al periodista.

Para empezar, el hecho de que Luna no anuncie a bombo y platillo si colabora económicamente con alguna organización no quiere decir que no lo haga. Y, para continuar, precisamente habría que poner en valor muy positivamente que un joven,en su situación privilegiada, se acuerde y muestre su apoyo a la gente de su tierra.

¿Será tan crítico cuando le llegue una nota de prensa sobre algún futbolista que ha dejado su imagen a una organización de dudosa credibilidad o la de otro que ha creado una fundación con vete tú a saber qué intereses?

Para bien y para mal, el fútbol es un opio que mantiene a la gente despreocupada de otros temas. ¿Quién contribuye y se beneficia más de eso, los jugadores que juegan o unos medios de comunicación interesados, repetitivos y a veces mediocres? Artículos tan flojos y superficiales como éste ponen en evidencia que no es fácil encontrar en el fútbol un espacio para la inteligencia o el compromiso. Actitudes como la de Antonio Luna, en cambio, contradicen lo anterior. Y menos mal.

Ya lo he dicho antes. No es sencillo colaborar en un medio con una opinión semanal, y más en Sevilla, donde no hay lugar para la indiferencia. ¡Que se lo digan al Cid y a su chaleco! Pero no cabe duda de que, en distinta proporción, tanto Luna como Pineda tienen una responsabilidad a la hora de expresar sus opiniones. El periodista sevillano, desconociendo u obviando intencionadamente eso, exigió al futbolista una responsabilidad y coherencia que en ningún caso él mismo mostró.

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De madre sevillana y padre granadino, nació en Almería en 1991. En 2015 se tuvo que marchar a la Universidad de Groninga para poder estudiar la Sevilla moderna de verdad (la del siglo XVI). Es, además,...