vacuna
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Llegó la primavera cargada de amapolas y el campo se llenó de gente. Había corrido el rojo por la red y todos quisieron hacerse un retrato allí, en ese mismísimo lugar y no otro. Y dejaron huella en forma de camino en el trigal.

-¡Gracias por los destrozos! manifestó la dueña vía tuiter.

Y es que somos como Vicente, aquel que siempre iba a donde iba la gente.

Hay en primavera otros campos llenos de margaritas, otros lugares con gente achuchá como corresponde en una pandemia. Margaritas y vacunas, muchas vacunas. Vacunas por un tubo. Tantas, que no sabemos cuál será la nuestra. Porque, en España no podemos elegir vacunas, aunque mostremos preferencia por una u otra, según nos vayan “inoculando”, digo, diciendo. Aunque sabemos que los que han podido se han vacunados los primeros, unos en Dubái y otros en el centro privado que mejor les ha parecido. Ha habido grandes ofertas y cada uno-pudiente-ha elegido la que más se ajusta a su bolsillo. Otros han optado por colarse en la cola y no hay zona o localidad que se precie que no tenga un “político” vacunado por arte del “pa mi primero”.

Eso es la ley de la selva, digo del dinero, poderoso caballero. Y mientras, en muchos países sigue muriendo gente en las calles, sin una botella de oxígeno como ocurre en los países  sudamericanos, en África y hasta en la India que precisamente es uno de los principales exportadores de vacunas, la AstraZeneca. A consecuencia del alto contagio, La India ha dejado de exportar la vacuna y por lo tanto, ha retrasado el proceso de vacunación en los países importadores, léase España. Hace unas semanas exportaba 60 millones de dosis a un total de 70 países. Ahora nos deja con lo puesto, nunca mejor dicho, con la primera dosis.

Qué chollo esto de las vacunas, sobre todo para las farmacéuticas y para las tecnológicas, las más beneficiadas de la pandemia. A río revuelto, ganancia pescadores.¡Qué negocio lo de la salud!

No hay mal que por bien no venga…

Hemos pasado de no encontrar mascarillas, de no tener vacunas, a presumir de una gran variedad, aunque no se puedan elegir. Esta si, esta no, que esta me la quedo yo…Los líos de las farmacéuticas y de nuestros gestores son tangibles. Pero nosotros no podemos hacer sino esperar a que nos pinchen cuanto antes. No hay otra. Decir que te van a poner la vacuna o que te la pusieron es anunciar un buen bote de la primitiva o acertar un especial del cupón.

Es mejor estar vacunado que no. Son mayores los beneficios de cualquiera de las vacunas en el mercado que los efectos secundarios, aunque sean todas ellas vacunas recién estrenadas. Ya veremos después. Los importante es que la vacuna llegue a más gente. Y que el rebaño esté más o menos inmune. Si no, no sirve para nada.

-Y a ti, ¿cuándo te toca vacunarte?-se oye diariamente en las conversaciones de los cafés, bares, panaderías o supermercados.

-Yo, cuando me toque. ¡Y la que sea!

Sin embargo, supongo que habrá gente que haya podido elegir, como si de una margarita se tratara, por un buen puñado de euros qué vacuna ponerse. Yo eso lo supongo, no lo afirmo, que meigas sigue habiendo todavía.

¡Vacunas por un tubo! Pfitzer, AstraZeneca, Jansen, Moderna…y las que saldrán. Que esto no se ha terminado todavía. Aquí hay bichito pa rato.

Primero han sido los mayores, ya era hora, después los de 70 a 79, entre medio los de sesenta a sesenta y nueve…Más tarde los menores de 65 y después los que tengan de 46 a 65 y también a los cuidadores de personas mayores. Tengan o no papeles, dicen.

Cada comunidad, parece ser ha seguido su propio criterio.

-¿Por qué a mi vecina que tiene 49 años la han llamado antes que a mi, que tengo 62?

-Ah, a mi me ponen la Pfitzer.

-Esa es la que yo quería, pero me van a poner la Jansen.

Y ahí acudimos, a Polideportivos, a Centros de Salud, a improvisados vacunódromos…¿Por qué no nos han vacunado en nuestro centro de Salud, en nuestro ambulatorio, donde mi médico y mi enfermera me conocen de siempre y yo me voy a dejar pinchar más tranquila?

Hemos oído por la tele los porcentajes de vacunados con una dosis, los  que están ya inmunizados, los abuelitos libres por fin de coronavirus y  nos hemos puesto muy contentos  porque además, este finde  la Junta ha abierto el chiquero y nos ha puesto en la parrilla de salida. Malicón el último como se diría en chino.

Pero como somos muy responsables, seguiremos con las mismas pautas y con los mismas medidas: no quitarnos la mascarilla, no hacer reuniones de más de seis, lavarnos las manos continuamente…y decir que no cuando nos inviten a un evento, por muy amigos o allegados que seamos.

Hay que ser muy prudentes, que aunque haya ahora tantas vacunas eso no da pie a espantar al bicho, así por las buenas.

No hay que olvidar las medidas de seguridad, la precaución y el sentido común.

Esta vacuna no acabará aún con las brujerías del brujito de Gulugú -el virus-como rezaba allá por 2009 “La canción de la vacuna” de Rosa León.

Parece que esto es más serio.

Maestra, especialista de francés. Titulada por la Escuela Oficial de Idiomas, colabora en La Voz de Alcalá desde el año 2003 y en el periódico local 'La higuerita' de Isla Cristina desde el año 2010....