Manifestación a favor de una muerte digna. / SA.

La vida útil de un objeto es la duración estimada que puede tener cumpliendo correctamente con la función para la cual ha sido creado.

En la alimentación, nos referimos al  tiempo durante el cual el alimento conserva todas sus cualidades, desde que se produce hasta la fecha de caducidad, que viene anotada en su envase.

Si nos referimos al tiempo útil de un electrodoméstico, vamos a contar el tiempo de servicio o funcionamiento del mismo. ¿Cuál es el tiempo de  vida útil de un frigorífico, de un teléfono móvil o de una lavadora?

Pues parece ser que el tiempo para el que ha sido programado o diseñado. Antes te  comprabas un frigorífico, una lavadora o un televisor y te duraba toda la vida. Ahora, como decía mi madre, “mantente mientras cobro”, o sea, casi el tiempo que dura “la garantía”, que no suele coincidir con el tiempo real para el que el electrodoméstico está diseñado. Es lo que se conoce hoy como  la “obsolescencia programada”: el objeto queda “obsoleto”, inútil. La “obsolescencia programada”  garantiza una mayor venta  a las marcas a corto plazo. Dicen que esto es necesario para que “el mercado” siga avanzando, o sea, para que sigamos consumiendo. Ya ni siquiera se arreglan, sino que se tiran y se cambian por otros nuevos.

Esto ocurre con más frecuencia en el mundo de la  electrónica, sobre todo en la telefonía móvil, que si quieres estar a la última, deberás cambiarlo cada dos años.

¿Qué ocurre con las personas? ¿cuál es su tiempo de vida útil?

Aunque no se vea,  llevamos impresa una fecha de caducidad ¿o no?

¿Cuándo deja de ser útil una persona?

Cuando no puede valerse por sí misma porque sus funciones vitales no están al cien por cien, es decir  cuando deja de vivir dignamente, bien sea por una enfermedad terminal, envejecimiento o pérdida de sus facultades cognitivas. Enfermedades como el Alzheimer o  el parkinson no permiten una vida plena al enfermo, el cual necesita ayuda-dependencia- de otros, casi siempre familiares.

El caso de este matrimonio, Ángel y María José ha vuelto a abrir el debate sobre la Eutanasia y el suicidio asistido, un debate que no ha resuelto ningún gobierno anterior, “uno  por otro y, la casa por barrer”

María José, enferma de esclerosis múltiple desde hacía 30 años, había previsto suicidarse cuando no pudiera más, cuando sus facultades estuvieran mermadas. Parece que esperó mucho, y  cuando quiso hacerlo no pudo usar sus manos y le pidió a su marido que lo hiciera por ella.

¿Por qué alargar la vida de personas durante  días, meses y años, cuando su estado físico está en fase terminal? ¿Qué dicen las leyes al respecto?

Es evidente que las leyes hay que cumplirlas siempre, para eso se dictaron.¡Entonces habrá que cambiarlas! Para que la persona que ayude a morir a otra , si así lo ha manifestado y no puede hacerlo con sus manos-suicidio asistido-no cometa  un delito al cumplir su voluntad.

Ese “encargo” final le caerá como una loza, ¿verdad Ángel? porque nunca sabrá si hizo bien al cumplir  la voluntad de un ser querido o hizo mal e infringió la ley.

Hubo antes de este caso otros muy conocidos. Llevados al cine, Mar adentro de Alejandro Amenábar, Algunas horas de Primavera-Quelques heures de Printemps– de Stéphane Brizé.  Estoy segura de que habrá muchos más, y nos tendremos que plantear si el sufrimiento de un familiar,  cuando está ya “en las últimas” es útil o no, si merece la pena verle postrado en una cama, sin valerse por sí mismo, o que no reconozca a su esposa/o, a sus hijos…porque ya se fue mucho antes…

VIVIR ES UN DERECHO, NO UNA OBLIGACIÓN, rezaba el lema de una pancarta en una manifestación “Por el Derecho a Morir dignamente”,  en Madrid, días atrás.

¿Para cuándo una Ley de Eutanasia-de una muerte digna? ¿qué ocurre con el suicidio asistido? ¿Qué es el testamento vital?

Según el SAS, es posible hacer un “Testamento Vital” o “Declaración de Voluntad Anticipada” a través de un Registro en Línea en el que puedes manifestar por escrito, consciente y libremente (estando aún en tus “cabales”) las instrucciones en lo relativo a tratamientos paliativos y al posterior destino de tus órganos cuando  llegue el momento en que no puedas expresar tu voluntad.

Yo quiero dejar dicho que, si mi enfermedad no tiene cura, que acaben con mi sufrimiento y me apliquen cuanto antes “el paliativo”, que me dejen dormida para que mis seres queridos descansen. Tengo muy claro que, cuando deje de estar, ya no seré.

Por eso me apunto a lo que Manuel Alcántara, poeta malagueño que se fue, que ya no está,  pidió en los versos de una Soleá:

“Cuando termine la muerte,

si dicen: ¡A levantarse!

A mi que no me despierten

Maestra, especialista de francés. Titulada por la Escuela Oficial de Idiomas, colabora en La Voz de Alcalá desde el año 2003 y en el periódico local 'La higuerita' de Isla Cristina desde el año 2010....