Hace unas semanas os hablaba del origen de las diferencias educativas entre regiones españolas. A pesar del convencimiento de algunos políticos y otras personalidades públicas, como Isabel García Tejerina o Jorge Verstrynge, el atraso relativo de la comunidad andaluza no es algo nuevo. A mediados del siglo XIX ya se pueden observar importantes brechas educativas entre Andalucía y el resto de la Península. 

¿Cómo es posible que las diferencias regionales de hace más de 150 años sigan presentes en la actualidad? La respuesta a esta pregunta es realmente compleja. Para responderla, o al menos intentarlo, es necesario entender que existen fuerzas históricas de largo recorrido, y que pueden afectar a nuestra sociedad durante décadas, o siglos. 

Un ejemplo de estas fuerzas que perduran en el tiempo tiene que ver con la desigualdad económica y el acceso a la educación. Como resultado de los grandes esfuerzos que se tuvieron que hacer durante la Reconquista en el sur de la Península, la nobleza española se vio ampliamente recompensada con grandes extensiones de tierra. Esto provocó una situación precaria generalizada entre la clase trabajadora y sin tierra, que no podía permitirse el acceso a la educación. 

Tratando de reducir las disparidades educativas regionales de la época, el ministro Claudio Moyano impulsó una ley que instauraba la educación obligatoria entre los seis y nueve años, la asistencia gratuita a los niños de familias pobres y el establecimiento de escuelas en pueblos menores de 500 habitantes.

Sin embargo, los resultados de esta ley fueron bastante limitados durante 1860 y 1900. Un gran número de regiones con un nivel educativo muy bajo en 1860 no experimentaron una evolución más positiva que las poblaciones con menores tasa de analfabetismo. En otras palabras, la ley Moyano no parecía contribuir a reducir las diferencias entre poblaciones. Incluso en los municipios más pequeños directamente afectados por la ley, ya que tenían que dotarse obligatoriamente de una escuela, no se observaron grandes diferencias con otras localidades de tamaño similar.

De nuevo, la larga sombra de la historia parece explicar el poco éxito de esta ley. Durante este período los jornaleros vivían en condiciones tan miserables y precarias, que la idea de invertir en educación era casi imposible. Al mismo tiempo, las élites económicas no tenían interés en educar a sus trabajadores para privarles de alternativas fuera de la agricultura y de su influencia.

Con la llegada de Franco al poder la influencia creciente de las élites locales basadas en la propiedad de grandes terrenos contribuyó a la extensión de redes clientelares, las cuales impedían cualquier tipo de cambio en Andalucía. Este cambio, tan ansiado por muchos, debería haber venido con la llegada de la democracia. Sin embargo, el principal y único partido que ha gobernado hasta ahora en nuestra comunidad,  ha conseguido establecer una nueva red clientelar que, a día de hoy, impide a nuestra comunidad alcanzar los niveles educativos de otras regiones españolas. 

Sin entrar a discutir el cambio político que, parece, se avecina en nuestra comunidad, me gustaría señalar que existen fuerzas históricas que van más allá de cualquier signo político, y que determinan muchos aspectos de nuestra sociedad. Estas fuerzas son difíciles de controlar y requieren de un consenso mayoritario por parte de nuestros políticos, por lo que deberíamos de ser cautos con aquellos que afirman ser los salvadores de nuestra región.

De padres gaditanos, nació en la Alemania dividida de 1987. Lo único que tiene claro es que la humildad y el olor de su tierra no se le han olvidado y que, a pesar de que cada región es especial en...

One reply on “Andalucía y su sistema educativo (II)”

  1. En Andalucía no ha cambiado nada, me refiero a en cuanto a DICTADURA. Antes teníamos la de tito Paco y ahora la de los GENTUZA de la PSOE.

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