Al final, la Agencia Europea del Medicamento no recalará en Barcelona. Se han perdido mil puestos de trabajo directos y cinco mil indirectos y una inyección de dinero nada desdeñable. Como era de esperar, ante el fracaso, las reacciones han sido tan variopintas que llegan casi a lo esperpéntico. La ministra de sanidad, Dolors Montserrat, culpa al secesionismo, Puigdemont responsabiliza al gobierno por aplicar el 155 y la alcaldesa de Barcelona, como siempre, se pone de canto y culpa a la declaración de independencia y a la aplicación del artículo de la Constitución. Si el resultado hubiera sido el contrario, el gobierno hubiera dicho que fue gracias al regreso a la legalidad, Puigdemont hubiera dicho que se lograba a pesar del 155 y Colau habría dicho que se logró a pesar de la DUI y del 155. Yo creo que el portazo a Barcelona estaba cantado por la misma razón por la que la Agencia Europea abandona, ahora, su sede actual de Londres. Si tú pretendes en Cataluña aplicar un Brexit, lo normal es que los dueños del chiringuito se lo lleven a otra playa.

Lo cierto es que con este tema y con otros que van saliendo, aquí seguimos todos soportando el tema catalán un día sí y otro también. A nadie le preocupó, allá por marzo, el hecho de que Barcelona fuera elegida en el Congreso de los Diputados la candidata española para acoger la Agencia del  Medicamento, en detrimento de Málaga y Granada, con el apoyo del PP, PSOE, Ciudadanos y Podemos. Está claro que para este tipo de cosas el sur tampoco existe; da igual que tengamos más paro que Cataluña; da igual que tangamos menos renta por habitante que Cataluña; da igual lo que digamos o lo que lloremos, a ver si así se cumple el refrán de “el que no llora no mama”, al final Cataluña siempre se sale con la suya. ¿Por qué será?

Allá por el año 1843, Mariano José de Larra recogía en un artículo la historia de un cura catalán que redactaba así: “Debíale un eclesiástico de un pueblo de Andalucía una peseta; cantidad que, si bien no era para pérdida, debía considerarse como tal, por la dificultad de hacer la remesa a tanta distancia o de girar una letra de tan módico importe. Escribíale, pues, en vista de esto el aprovechado clérigo catalán: «Muy señor mío: con respecto a la cuenta que de la citada peseta tenemos pendiente, he discurrido que por el presente aviso puede echarla en el cepillo de la iglesia de su pueblo, pues yo ya la he sacado del de esta a buena cuenta; y en paz. Con lo cual queda de usted su afectísimo capellán, el cura de…»”.

Ahora, aquella peseta, para los secesionistas de hoy, se ha convertido en millones de euros que dicen que les hemos robado todos los españoles, especialmente los andaluces a los que están hartos de mantener, a pesar de que somos una de las colonias económicas donde venden los productos que durante décadas han fabricado con la mano de obra de miles de andaluces que emigraron allí. Para colmo del desprecio y la desfachatez, que en este caso sí viene de facha, Nuria de Gispert, la que fuera presidenta del Parlamento de Cataluña, no un catalanista cualquiera, se ha permitido el lujo de dedicarle un tuit a Inés Arrimadas, la líder de la oposición en Cataluña, natural de Jerez de la Frontera: “¿por qué no te vuelves a Cádiz?

Pues todavía hay algunos y algunas en Andalucía que siguen apoyando la lucha del pueblo catalán por su libertad y su soberanía, aunque a los andaluces de la novena provincia los quieran echar de allí como apestados. Yo le diría a Nuria de Gispert y a los que piensan como ella: “vente pa Cai”, la cuna de la libertad, que aquí te vamos a dar lo que te falta, que es de lo que más nos sobra: respeto y educación.

Hijo de un médico rural y de una modista. Tan de pueblo como los cardos y los terrones. Me he pasado, como aparejador, media vida entre hormigones, ladrillos y escayolas ayudando a construir en la tierra...