visglerio-12-9-17

Ahora, con la fiebre secesionista de una parte de los catalanes, a algunos, por estas tierras, se les ha inflamado el patriotismo después de que Pedro Sánchez se haya sacado de la manga la plurinacionalidad de España.

Aunque más que de plurinacionalidad cabría hablar de “tetranacionalidad” porque para el señor Sánchez en España hay, al menos, cuatro naciones: Cataluña, Galicia, Euskadi y la propia España. Lo de la locución “al menos”, seguramente lo dejó caer para no pillarse los dedos; fue una salida  al estilo de Groucho Marx: yo digo que son tres naciones, además de España, pero que si usted quiere que diga que son cuatro o cinco o seis, no hay ningún problema. Y claro, ante tanta generosidad y desprendimiento, a la hora de otorgar nacionalidades, muchos, aquí, en Andalucía, se han encaprichado y ahora, como San Pablo camino de Damasco, se han caído del caballo y se han dado cuenta de que nosotros, los andaluces, también constituimos una de esas naciones. Les pasa como a los niños caprichosos y antojadizos, que todo lo que tienen otros lo quieren para ellos; son los “culo veo, culo quiero” del refranero; y lo quieren ahora, precisamente ¡ahora!, cuando la olla está hirviendo.

Estos son los mismos que tragaron con que la Constitución del setenta y ocho sólo contemplara tres nacionalidades históricas, y después se apuntaron al carro de la autonomía plena para Andalucía. Estos, a los que ¡ahora!, les ha dado el subidón nacionalista, son los que impidieron que en la reforma del Estatuto del año 2007 Andalucía apareciera definida como una nación. Ahora sí quieren; entonces, cuando lo propusieron los andalucistas, que, por cierto, defendieron el no al estatuto por ese motivo, no lo aceptaron. ¿Por qué entonces no y ahora sí? ¿Será porque otros han enseñado ahora el culo?

Somos muchos los andaluces que pensamos que Andalucía es una nación; nación cultural, política, antropológica…, me da igual como la llamen; somos un territorio con personalidad propia y somos un sujeto político desde el momento en que el pueblo andaluz salió a las calles el 4 de diciembre de 1977, proclamando su voluntad de autonomía y desde que la logró en las urnas el 28 de febrero de 1980. Ser y proclamarse una nación no nos excluye ni nos separa; decía Blas Infante que su nacionalismo “antes que andaluz, es humano» y lo dejó plasmado en nuestro himno: “Andalucía por sí, por España y la Humanidad”. Lo lamentable es que el “por sí” de la letra a muchos se les ha olvidado, empezando por nuestros propios gobernantes.

Ver a la presidenta de la Junta de Andalucía escurriendo el bulto en la polémica con su secretario general a cuenta de la exclusión de Andalucía en su propuesta de una España plurinacional, sin querer hablar del asunto, a mí, más que indignación, me produce pena. Pena porque ni siquiera ha exigido, como presidenta, que se respete nuestra condición de nacionalidad histórica recogida en el artículo uno de nuestro Estatuto.

Después de que tantos lucharan, durante tantos años, por la autonomía, que venga Susana Díaz, como los niños del “culo veo, culo quiero”, con la cantinela de que tiene absolutamente claro que “Andalucía no es menos ni que Cataluña ni que Euskadi ni que Galicia”, es, cuando menos, lamentable, porque, además, no es verdad: Andalucía es menos en España que Cataluña, que Euskadi y que Galicia y eso sigue siendo así después de treinta y cinco años, que son los que lleva gobernado ella y su partido. Si se hubieran preocupado realmente de poner a Andalucía en su lugar, tal vez, ahora, no tendrían que sobreactuar para contentar a los catalanes secesionistas a costa de agraviar a todos los demás, especialmente a los andaluces.

Hijo de un médico rural y de una modista. Tan de pueblo como los cardos y los terrones. Me he pasado, como aparejador, media vida entre hormigones, ladrillos y escayolas ayudando a construir en la tierra...