manuel-visglerio-24-5-17

Al final ganó las primarias socialistas Pedro Sánchez. El bucle empieza de nuevo a girar en el punto donde quedó antes de la defenestración del secretario general en octubre por parte del Comité Federal del PSOE.

Ahora queda por ver en qué sentido vuelve a girar el bucle; queda por saber con qué Sánchez nos vamos a encontrar, si con el que dijo digo o con el que dijo diego; si con el que se quiso entender con Ciudadanos o con el que le tiró los tejos a Podemos. El tiempo acabará despejando la controversia.

Lo que creo que tardará más en llegar es la cicatrización de las heridas que se han infligido los contendientes en el proceso de primarias, algo que suele ocurrir casi siempre; sobre todo cuando el resultado es incierto a priori. Aquí por lo visto en el proceso, como no tenemos cultura de primarias, a los candidatos socialistas se les ha ido la mano y la lengua hasta el punto de que alguna con la lengua inflamada todavía le va a costar bastante tragarse el sapo de la derrota. ¿Cómo alabar ahora como virtudes los defectos del vencedor pregonados durante semanas?

Aquí, en la tierra de María Santísima, eso de las primarias no funciona porque no sabemos medir nuestros impulsos carpetovetónicos; ¿cómo vamos a poner la otra mejilla a nuestros enemigos si no somos capaces de ponérsela a los amigos? Aquí somos más de vendetta, quizás porque somos parientes lejanos de los italianos, por eso lo de la unidad que los candidatos pregonaban antes de la votación sólo será una vez producida la claudicación y la entrega de las armas del derrotado.

Otra lección que han tenido las primarias socialistas es la referente a los avales, algo que yo considero profundamente antidemocrático, sobre todo cuando el militante que avala a un candidato se tiene que retratar con nombre, apellidos y dni, delante del aparato del partido. El PSOE de Andalucía ha sido el paradigma de hasta qué punto se puede condicionar la voluntad de un militante a la hora de dar un aval. El hecho de que Susana Díaz haya tenido en las primarias más avales que votos demuestra a las claras el poder del aparato y el servilismo de muchos militantes mediatizados por el miedo a perder lo que el propio aparato graciosa e interesadamente le regala solo por ser dócil al líder, en este caso a la lideresa. Una mano a escondidas vota a dios y la otra le enciende una vela al diablo, por lo que pueda pasar.

La estrepitosa derrota de Susana Díaz, parece que abre una puerta a que en Andalucía empiecen a cambiar las cosas después de treinta y cinco años ininterrumpidos de gobiernos del PSOE; ya empieza a ser necesaria una alternancia por pura salud democrática. Yo, que asistía hace años al clamor de los socialistas amparados en esa salud democrática para exigir cambios en Galicia, el País Vasco, Cataluña o Valencia con gobiernos sempiternos populares o nacionalistas, no espero que aquí se hagan el haraquiri político, aunque a Susana la ha dejado maltrecha la katana de su propio secretario general; quien por cierto, según la prensa gaditana, ya ha nombrado sustituta para dar por cerrado el “Susanato”: la mismísima exministra Bibiana Aído. De ser cierto, una vez más sin necesidad de primarias, de congresos de partidos, ni de elecciones, desde la Corte ya tenemos sucesora designada para Andalucía. Después, sin necesidad de brillantina, nos volverá a lucir el pelo, cuando la mayoría de los andaluces diga como hasta ahora: lo que usted diga  don Pedro, ¿adónde hay que firmar?

Hijo de un médico rural y de una modista. Tan de pueblo como los cardos y los terrones. Me he pasado, como aparejador, media vida entre hormigones, ladrillos y escayolas ayudando a construir en la tierra...