manuel-visglerio-10-mayo-2016

La semana pasada acudí a la Feria del Libro de Sevilla y recorriendo las distintas casetas pude comprobar la ingente cantidad de títulos que se exponían para su venta.

Este hecho me planteó una disyuntiva cruel, creo que no sólo para mí, sino para todos aquellos a los que nos gusta leer; ésta no es otra que decidir qué libros comprar y qué libros descartar. Como dice un lector amigo mío, son tantos los autores y los títulos y es tan corto el tiempo que disponemos para leer, que inevitablemente tenemos que decidir a quién descartamos. Y lo planteo en negativo porque, desgraciadamente, son muchísimos más los libros que no leeremos que aquellos que nos deleitarán con su lectura, si hemos tenido suerte en nuestra elección, aunque la suerte haya que buscarla. En cuestiones literarias, los consejos y las opiniones ayudan a tener la fortuna de encontrar una joya impresa, pero, algunas veces, descubrir algún autor genial es una pura serendipia o una casualidad que viene a ser lo mismo.

No sé quién dijo aquello de que la vida es una duda permanente y que en su trascurso hemos de tomar muchas decisiones que marcarán nuestro destino; y no me refiero a una duda que nos lleve a elegir en una carta entre tomar carne o pescado para cenar que, al fin y al cabo, es una decisión intrascendente que a lo más que puede llevarnos es a una mala digestión; ni siquiera me refiero a la decisión de comprar un libro u otro, aunque para mí este hecho si tiene una trascendencia intelectual y cultural muy ligadas a la libertad.

Me refiero a las decisiones que marcan nuestras vidas, como elegir estudiar o no hacerlo; escoger una profesión, si podemos, y no otra; anclarnos a un lugar y no habitar en otro; compartir la vida con otra persona o no hacerlo; tener un hijo o no tenerlo y hacer de su vida la nuestra. Y mientras recorremos este camino decidiremos más cosas, tantas como esta sociedad cambiante nos irá ofreciendo, desde que coche nos compramos hasta dónde pasaremos las vacaciones. Otras muchas veces nos limitaremos a opinar; y habrá ocasiones, como ocurre ahora, en que tendremos que tomar decisiones compartidas, que también marcarán nuestras vidas, como elegir a quienes nos gobernarán mientras estudiamos, intentamos trabajar, pagamos las letras de nuestro piso o educamos a nuestros hijos. Pero en este caso, a día de hoy, visto el escenario político actual en el que nadie demuestra la voluntad de pensar en todos, elegir a unos o a otros, será como cuando elegimos un libro, nos trasladarán opiniones, nos darán consejos, pero me temo que dar con un gobierno de todos y para todos va a ser una pura serendipia.

Hijo de un médico rural y de una modista. Tan de pueblo como los cardos y los terrones. Me he pasado, como aparejador, media vida entre hormigones, ladrillos y escayolas ayudando a construir en la tierra...