Esta ciudad, que a veces es desagradecida con sus hijos, otras veces, otras demasiadas veces, ensalza en demasía y con pocos méritos a otros.

 

 

Mercedes Serrato. ¿A qué viene esto? A nada en especial, ya saben, la columna, que a veces funciona de pataleta… Vengo a referirme que no ha habido un hecho puntual, un detonante, pero servidora a veces ni los necesita. Estas letras en cierto modo son las gradas de nuestra Catedral, y ellas, en el Siglo de Oro eran testigo de pequeños hurtos de pillastres, cierre de contratos o transacciones comerciales, cotilleos, amoríos, requiebros de caballeros, lamentos de mutilados falsos y verdaderos…

Este grandioso mentidero albergaba a personas de todas las clases  y tipos, así que no es raro traer a alguno contemporáneo aquí; más concretamente a uno de esos que sin cátedra, escuela o virtud reciben el calificativo de “maestro”… ¿maestro? Miedo me da lo que este señor pueda enseñarle a más de uno…

Escribir en prensa es un ejercicio tan democrático que deberíamos valorarlo como tal. Servidora, que suele exasperar a veces a su jefe de sección, aunque no lo parezca a veces, lo valora, e intento acercarme a mis modestas líneas con respeto. Pero no todo el mundo piensa así. En esta bendita urbe hay quien cada día vomita sobre la Constitución en un periódico en el que le pagan por hacerlo. De vez en cuando algún apunte costumbrista, por no decir casposo con aroma de alcanfor, para aliviar el ambiente, que no todos los días la leche de uno está tan agria para despotricar contra todo lo que se acerque a la izquierda o tan siquiera a un sistema democrático. Pero el resto de días, el día que no hay historias de costaleros, cofrades o toreros, esos días, siento deseos de escribir a su periódico la carta al director más larga de la historia, y despotricar yo, alegando que nadie hizo una transición para esto. Ensalzar a Queipo de Llano, ofender, insultar y tratar despectivamente a mujeres vejadas durante la Guerra Civil y comienzos del franquismo, despreciar a cualquier miembro del Gobierno, o sus familias, incluso a Rajoy, quien también recibió estopa, por tener lo que este maestrillo considera “complejo de derechas” pues dice que parece avergonzarse de ello. Este “señor”, por llamarlo algo, no se avergüenza claro está, lleva a gala su ideología, que aunque tan respetable como cualquier otra, roza lo fascista.  ero eso puede pasar en Sevilla, la tierra de las oportunidades desiguales, que a veces vende caro su cariño, y otras puede aplaudirte y auparte si tienes suerte y se considera pagada con tres artículos menos malos que los habituales, algún libro y polémico paso por el atril.

Pero yo, que tengo respeto por la palabra escrita, y siento admiración por quienes la tratan con cariño y dignidad, me siento orgullosa cuando pienso que a pesar de lo que digan otros, usted no es mi maestro.

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Técnica Superior en Integración Social, Graduada en Trabajo Social, Especialista Universitaria en Mediación, Máster Oficial en Género e Igualdad. Actualmente Doctoranda en CC. Sociales; investigadora...