El hecho de que Enrique Morente muera me vuelve a hacer sentir mayor. Es complicado, me pasó con Benedetti, con Rocío Jurado, incluso con Michael Jackson.
Mercedes Serrato. No es tanto el hecho de que los admire, sino la situación en la que me hacen ponerme. La mayoría de los artistas que admiro, ya sean musicales o literarios, son bastante mayores que yo… Incluso ídolos deportivos, políticos y personajes de cualquier tipo. Son mayores que yo, y la biología es un hecho, uno imparable. Si la biología sigue su curso natural, sobreviviré a Serrat, a Sabina, a Javier Ruibal, a Ismael Serrano, a Pérez-Reverte, a Iñaki Gabilondo… a tantas personas que admiro, que me han acompañado sin saberlo en tantos momentos de mi vida… Personas, generalmente, que en algún momento con una frase me hicieron pensar, reír, sentirme mejor…
Recuerdo la muerte de Benedetti, no hace mucho… Me enteré por la radio, ya de noche. Rápidamente vino a mi pensamiento su fantástico “Buzón de tiempo”, que había caído en mis manos no hacía mucho. Lo recordé, como si ese libro fuera a desintegrarse, como si él fuera a llevárselo con su partida de este mundo. No fue así, el consuelo que nos queda es que sus obras perduren, la amargura que nos dejan es el pensar que ya no volveremos a disfrutar con nuevas creaciones.
Lo dicho, alguien que se aferra tanto como yo a las cosas tiembla casi de miedo al pensar cuantos la abandonarán en el camino de la vida… Y eso que soy muy consciente de que esto es un ciclo, y que morir es tan natural como estar vivo. Pero es que me hago mayor, y con la edad vienen las manías. Reconozco que desde hace ya años, es muy raro que me guste un cantante o actor contemporáneo a mí, lo que vulgarmente se llamaría de mi quinta. Así que con estas expectativas me da por pensar que acabaré viviendo en un mundo en que me sentiré huérfana del genio de todos aquellos que nos dejaron… Una especie de amargada que vivirá de recuerdos de conciertos, de discos viejos, de libros más viejos aún. Alguien que vivirá en un mundo de gente joven, tan joven como yo lo soy hoy, a los que tal vez no pueda admirar, porque siga extrañando el arte de los que se fueron.