Hace ya un tiempo me reía en cierto modo del escándalo destapado por la revista “Panorama” sobre el clero romano y su vida nocturna. Mi humor negro tiene un límite y actualmente no me río tanto por los últimos sucesos ocurridos en nuestra ciudad relacionados con la sotana y asuntos algo turbios.

Mercedes Serrato. No es tanto que me duela, es casi una relación de empatía, porque vaya pastel se le viene encima a la Santa Madre Iglesia. Muchos pensarán que no hay nada nuevo bajo el Sol, y también es cierto. Imagino que el constante mirar para otro lado, el tapar hechos algo truculentos durante tanto tiempo, han hecho que se cumpla ese refrán popular y populoso de que el que escupe para arriba…

Y así estamos, con don Juan José Asenjo mandando comunicados en la línea de lo políticamente correcto, con los anticlericales frotándose las manos, y los católicos… divididos, como siempre.  Evidentemente no descubro nada recordando que de todo hay en la viña del Señor, curas de todo pelaje, pero claro, los buenos párrocos que ayudan a su feligresía no son noticia, de hecho no deben serlo, pues se entiende que la caridad o la bondad van con el alzacuellos, o que debería ser así.  Pero lo dicho, creo que estos últimos hechos, que han adquirido en muchos círculos la categoría de “escándalos” son la recogida de una siembra que no es nueva. Ya comentaba yo, en el artículo antes citado, que como mucha gente, conocía curas homosexuales, que aún respetando su voto de castidad, no deja de ser curioso pues la Iglesia da carácter de enfermedad a dicha condición sexual. Y ahora nos vemos en esta. ¿No querías caldo? Tres tazas llenitas a rebosar.

Me pareció curioso que Benedicto XVI, hombre dado al mutismo según convenga, andara tan suelto de lengua en su visita londinense, con temas como la pederastia, que condenó sin reparo tras años de silencio sobre el tema. Imagino que encontrándose en tierras luteranas, era más conveniente dar una buena imagen a ver si aumentaba el escaso rebaño que el Santo Padre tiene en aquellos lares. Además, este  tema parecía estar cobrando unas dimensiones enormes, con casos como el de Bélgica o los Legionarios de Cristo. Quizás, con esto último que estamos presenciando, la Iglesia, como dice un amigo mío, deba “poner pies en pared” y comenzar algún tipo de reforma, no tanto de cara a la galería como profunda e interna.  No tengo la solución, no la sé ni la conozco; de hecho, mi distanciamiento de la Iglesia oficial es bastante amplio desde hace muchos años, por causas muy diversas, pero sí sé algo. El tapar, la hipocresía, el no llamar a las cosas por su nombre y guardar la basura bajo la alfombra solo puede volverse en contra de uno pasado un tiempo.

Muchos dirán que exagero, que hemos asistido a dos casos aislados, que lo de la calle Jesús del Gran Poder es una triste desgracia y que lo del Aljarafe está por ver… Pero granito a granito se crea montaña  y la callada nunca fue una buena respuesta.

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Técnica Superior en Integración Social, Graduada en Trabajo Social, Especialista Universitaria en Mediación, Máster Oficial en Género e Igualdad. Actualmente Doctoranda en CC. Sociales; investigadora...