El Graderío de la Catedral, por Mercedes Serrato

Hace unas semanas escuchaba a María Galiana en un programa de radio hablando de muchas cosas, de su carrera y sus últimos trabajos. Comentaba la actriz sin ningún pudor sus desavenencias con una directora teatral, de la cual lamento no recordar el nombre, con la que había trabajado en un montaje de la sublime obra de Lorca “La casa de Bernarda Alba”.

Mercedes Serrato. Desaciertos de todo tipo rodearon los ensayos, desaciertos que sinceramente, por lo que la Galiana contaba, venían dados por una ignorancia reseñable por parte de la directora; empezando por el momento en que dijo: “Bueno, a María vamos a perdonarle su acento que como hace de la Poncia…”. Para quien no conozca la obra del universal autor, aclaro que el personaje de la Poncia es el ama de llaves de la casa, la criada, o como se la quiera llamar. Topicazo de una inculta, que habrá crecido con la imagen de “La Juani” de Médico de familia en el pensamiento.

Muchas veces me han hablado del duro carácter de doña María, y sin embargo, se mordió la lengua para no decirle que seguramente Lorca no concibió su obra con acento vallisoletano, pero lo dicho, se calló. Anécdotas peores como querer cambiar palabras que a su entender estaban mal dichas, como “compaña”, obligando a usar  compañía rompiendo así el ritmo y la sonoridad del texto, a la vez que deterioraba un poco más la esencia lorquiana.  Todo esto me hizo pensar en el acento andaluz y el mundo de la escena.

La semana pasada tuve el ejemplo contrario, a veces se pasan, y a veces no llegan. Vi la película “Al sur de Granada”. Está basada en una novela autobiográfica del inglés Gerald Brenan, y no voy a hacer una crítica sobre la película, sólo en un detalle que sinceramente, me repiqueteaba en la cabeza todo el tiempo que duró la cinta. La historia transcurre en un pueblo de las Alpujarras, Yegen, y para cualquiera que conozca la zona, para cualquiera que haya visto un reportaje de aquellos maravillosos pueblos alpujarreños, para cualquier actor que se tomara un café en un bar el día antes de comenzar el rodaje, para el director Fernando Colomo (que a la vez es guionista de la obra), para cualquier persona mínimamente observadora, no habría sido complicado percatarse del hecho simple y llano de que el acento andaluz es muy variado, con una gran diferencia entre la zona occidental y oriental, y que aunque Willy Toledo hiciera mucho esfuerzo por forzar zetas y omitir eses, no se parece ni de lejos lo que él  habla a la parla de cualquier lugareño. Verónica Sánchez, paisana mía, tampoco debió comentar nada al respecto, por lo que conseguimos pasar 111   minutos de película en unas supuestas alpujarras que más bien parecen habitadas por  personas de la provincia de Huelva o Sevilla.

Para concluir, sin ser fanática de Juan Carlos Aragón, concluyo con el final de un pasodoble de “Los Yesterday” en el que se alude al personaje de Luisa Martín que antes referí.

“Después te ponen la serie de Emilio Aragón/   pin pon  con sus castas/   y aparece en el más ínfimo escalón/   de su estrecha jerarquía/  el servilismo mamón/  de las marmotas de Andalucía”.

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Técnica Superior en Integración Social, Graduada en Trabajo Social, Especialista Universitaria en Mediación, Máster Oficial en Género e Igualdad. Actualmente Doctoranda en CC. Sociales; investigadora...

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