El Graderío de la Catedral, por Mercedes Serrato

Leo hace unos días  en un diario local una entrevista a Yago de la Cierva, director ejecutivo de la JMJ de Madrid, hablando sobre el célebre Vía-Crucis que tendrá lugar en la capital de España el año que viene, el cual, como todo el mundo sabe, presidirá su Santidad Benedicto XVI.

Mercedes Serrato. Debo reconocer que pese al “mosqueo de la Iglesia” hablando mal y pronto con la Esperanza de Triana, este señor intenta ser respetuoso, pero el tema es controvertido, y quizás su desconocimiento no ayuda.

De un lado tenemos a las hermandades, que por supuesto están dentro de la Iglesia, pero desde tiempos ancestrales tienen un carácter relativamente democrático que no ha sabido entenderse. Como las decisiones importantes se someten a cabildo, lo cual se traduce en consulta, reflexión y votación; se toma la vía rápida si el resultado no gusta, las hermandades son peñas, grupos de gente que sólo quiere jugar a los pasitos y carentes de “eclesialidad”, a la que pongo comillas ya no por lo textual, sino porque es una palabra que aunque Asenjo usara, no figura en el DRAE. De otro lado, tenemos a una hermandad que entre otros títulos posee el de Pontificia, que según muchos, no ha sabido valorar el honor y la responsabilidad de la invitación a participar en el susodicho acto.

Las acusaciones fueron claras y directas, todo parecen excusas malas a los ojos de muchos, que la JMJ no garantice ciertas condiciones de conservación en el tiempo que la imagen estará en Madrid no importa, que la hermandad tenga que correr con todos los gastos no parece una buena excusa… Es un acto de la Iglesia, ella propone aunque no dispone. La obra de su templo, la adquisición de su casa hermandad, el funcionamiento de un aula de apoyo para niños con trastornos de conducta  no son proyectos con los que la Iglesia colabore económicamente y sin embargo, sobre todo el último, a mí personalmente me parecen más evangelizadores que un par de Madrugadas (el término “madrugá” lo reservo para la única que considero como tal) por Madrid en la que quieren costaleros, bandas y demás “farándula” como calificó el señor de la Cierva.  Pues nada, acusen de anticlericalismo como siempre, y no se miren a un espejo, que es lo fácil. ¿Habría pasado lo mismo tratándose de Juan Pablo II?  ¿Habría ocurrido esto en tiempos de Carlos Amigo?

Apuntaba Carlos Colón que podría enviarse al Cristo de los Cálices, o al del Amparo, pero claro, como señalaba el periodista, carecían de paso, banda y demás “farándula” que requería don Yago, quien decía que esperaba un “broche de oro”, uno sevillano claro, pese a estar cubiertas las catorce Estaciones del Vía-Crucis. Parece ser que esto se ha traducido en el palio de la Virgen de Regla de Los Panaderos. Ahora sólo nos queda esperar el siguiente capítulo de este culebrón, el cual estoy segura que llegará, porque de aquí al verano que viene, miedo me da lo que puede ocurrir.

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Técnica Superior en Integración Social, Graduada en Trabajo Social, Especialista Universitaria en Mediación, Máster Oficial en Género e Igualdad. Actualmente Doctoranda en CC. Sociales; investigadora...