El Graderío de la Catedral, por Mercedes Serrato

Leía hace unas semanas a mi vecina de columna Belén, que en dos pasos pasó del asombro a la indignación cuando vio a María Dolores de Cospedal luciendo al cuello un pañuelo palestino.  La reacción de Zurbano no es extraña, y casi me anticipa un tema al que le doy vueltas desde hace mucho pero que aún no había abordado por vagancia, pues resulta complejo y poliédrico, y no estoy segura de poder explicar todo lo que me ronda la mente sin que se malinterprete.

Mercedes Serrato. Como bien dice la vecina, ese pañuelo es un símbolo, pero casi me apetece ponerle interrogaciones a esa afirmación, ¿lo es? Puede que en tiempos si, pero vivimos momentos en que todo se prostituye y este emblema no es menos. Ya antes de que la singular Cospedal luciera uno, yo me había extrañado de verlo en revistas de moda, combinado con chaquetas sastre y pantalones color piedra, muy a lo Martirio “arreglá pero informá”.

Resulta que prestigiosos  diseñadores ya se habían fijado en tan ideal  estampado y habían reversionado el  pañuelo, dándole una clase, un estilo y un caché que jamás soñaron allá en los territorios ocupados.  Por otra parte, sin querer herir sensibilidades, si de algo saben los palestinos es de marketing y publicidad. Lo puedo decir porque sé algo del tema. He conocido muchos refugiados de muchos países, y de lugares del mundo de los cuales ni había oído hablar en clases de geografía, y me atrevo a decir que ninguno de ellos goza de los privilegios que tienen los palestinos. Esto no es bueno ni malo, simplemente es un hecho. Las eficaces gestiones de muchas organizaciones y el apoyo mediático hacen que a un  refugiado de Palestina apenas se le niegue nada, pues de hacerlo saben que se podría provocar un conflicto mediático que llevaría a enfrentarse con la opinión pública, y la mala prensa no le gusta a ningún gobierno. La propagación y popularización de este pañuelo es un elemento más, y ojo, no digo que sea intencionado, más bien ha sido una cuestión de casualidad y suerte.  

La primera vez que ví a un palestino llevando un idem en el cuello me faltó decirle “Oye, no llevas bien puesto el pañuelo” ya que no lo usaba como solemos la mayoría, con el triángulo y los extremos hacia adelante, sino que más bien doblado en rectángulo lo lucía como una bufanda mundana. Luego me fijé que muchos de sus compatriotas lo llevaban igual, así que puede que hayamos prostituido hasta eso.  Imagino que por una cuestión de acento, nunca acabo de saber bien el nombre original, pues me han corregido todos los naturales de allí con los que he hablado, y lo han llamado desde “kufía” a “kefia”  pasando por fonemas árabes que no pude retener. Un día uno de ellos me dijo algo que me llegó al alma: “Es bonito tu empeño por aprender a pronunciar el nombre del pañuelo, hay quien lo lleva puesto toda la vida y no sabe cómo se llama ni lo que significa”

Esa reflexión tan evidente es el resumen de todo querida vecina de columna, por eso no es raro que María Dolores lo llevara, miedo me da pensar quien va a ser el siguiente.

www.SevillaActualidad.com

Técnica Superior en Integración Social, Graduada en Trabajo Social, Especialista Universitaria en Mediación, Máster Oficial en Género e Igualdad. Actualmente Doctoranda en CC. Sociales; investigadora...