mercedes-serrato-11-julio-2016

Escucho a Emilio Lledó hablar sobre el patriotismo y la gran mentira que este supone. Relata cuantas mentiras, injusticias y acciones interesadas se realizan con la excusa de la construcción ideológica de «La Patria», concepto manipulado para esto mismo.

El patriotismo es el que hace que el país se apene y mire al vecino con envidia por la Eurocopa. Nuestros jugadores millonarios hace semanas que disfrutan de sus vacaciones, no entro a valorar si merecidas, y ahora pueden dedicarse a sus aficiones desatendidas; leer tochos de Tolstoi hasta que les sangren los ojos, ver cine de Kurosawa hasta que puedan recitar los diálogos de Rashomon en japonés fluido y mantener largas charlas estratégicas con quienes les asesoran fiscalmente para verificar que todo está en orden con Hacienda y no quedará una carretera sin hacer gracias a sus impuestos… o no.

Me imagino que el patriotismo también es el que ha hecho que nos portemos como un pueblo cateto ante la llegada de Obama; nunca culminada esta visita en el caso sevillano. Nuestro insigne regidor municipal, ni corto ni perezoso (eso nunca cuando de turismo se trata), se ha apresurado a invitar al fan de Mala Rodríguez a nuestra ciudad cuando a él le venga bien: «Esta es su casa para cuando usted quiera, y póngame a los pies de su señora».

El patriotismo es conseguir medallas para España en la dura disciplina del atletismo. Ganar metales para un país al que incluso llegaste debajo de un camión, aunque las portadas sean patrimonio de otras noticias y otros ¿deportes?

Por lo visto debe ser patriota apoyar a Messi, pero esto de verdad que no lo comprendo por más vueltas que le doy…

El patriotismo tiene sus fiestas, con su carácter mítico. Si Hemingway dijo que San Fermín mola, no hace falta más. El patriotismo se inflama con el halago extranjero, si viene del país de las barras y estrellas, ya es el sumun.

El patriotismo hace que todo el mundo quiera vivir esa fiesta, al menos una vez en la vida, y el machismo patrio hace que exportemos canallas, o presuntos canallas, de una ciudad a otra para que desluzcan la festividad como sólo en este país se sabe hacer. Espero que la benemérita, con su lema tan a propósito de esta columna, tome las medidas oportunas llegado el momento.

Mi amiga Claudia, trasplantada directamente desde el DF mexicano hasta el sur de nuestra ciudad, afirma, cada día con más convicción, que no tiene sentimiento patrio de su país natal. Obviamente nadie vive de espaldas a su familia, la gente que quieres, las tradiciones o la cultura. Pero hablamos de más cosas; los hombres, el machismo, la censura social, la dificultad de ser mujer y como esta aumenta y disminuye en ciertos lados del globo…

No hay que sentirse mal por no ser patriota, no es malo no identificarse con lo que se dicta, se impone o se vende. Y en todo este proceso de renuncia, recuerdo que Lledó es trianero, destacado hijo de Sevilla, esa ciudad, esta ciudad… Y sientes orgullo de eso, de un compatriota. Tal vez en eso radique la clave, en que cada cual elija su forma de patriotismo.

Técnica Superior en Integración Social, Graduada en Trabajo Social, Especialista Universitaria en Mediación, Máster Oficial en Género e Igualdad. Actualmente Doctoranda en CC. Sociales; investigadora...