mercedes-serrato-6-junio-2016

Asumo, como cualquiera que realice una actividad medianamente pública, la dimensión menos amable que esta puede tener, la crítica.

Realmente, me encantaría recibir críticas constructivas, con argumentos sólidos e ideas que me hagan cuestionarme cosas, pero por algún motivo, esta columnista recibe más pataletas sin sentido que otra cosa.

En más de siete años he recibido insultos y alguna injuria, pero ya digo, no me habría importado si al menos hubiera podido aprender. Sin embargo, se referían a cosas demasiado simples, como que no sabía o entendía de algo, sin más explicación de mi error, o incluso aludían a mi físico, lo cual es como redundar en la inconsistencia de la crítica. Para colmo de males, pocas de estas apreciaciones iban acompañadas de una buena gramática u ortografía, lo cual me hacía dudar aún más del crédito de quien  las remitía.

Alguna vez me han corregido algún error de redacción, lo cual siempre me ha alegrado porque aunque se tratara de un lapsus, ha sido beneficioso poder corregirlo y por eso, nunca me he tomado a mal esos comentarios. Pensándolo bien, es de lo más constructivo que me ha llegado.

Por otra parte, debo admitir que hasta la fecha, el mejor correo que ha llegado a la dirección del Graderío ha sido el remitido por Antonio Burgos, que pese a todo lo que nos separa, demostró con diferencia ser la persona aludida más cortés que se ha dirigido a mí. Esto dice muchas cosas, tanto del recuadrista como de mi escaso público.

Supongo que recibo tantas pataletas pueriles porque se trata de gente a la que sin pretenderlo, de alguna forma indirecta, ofendo. Ofenderse es gratis, y como tantas cosas gratis, a veces pierde algo de valor… Todo lo que no cuesta tiene el riesgo de no valorarse, por eso a veces la ofensa es en exceso airada, superficial y vacía.

Hace no mucho, en una pequeña disputa en la que acompañaba a un amigo, en el paroxismo del enfado lo llamaron Marhuenda. Yo, que no soy una amiga ejemplar, concentré mis esfuerzos en aguantar la risa. Marhuenda como insulto… es digno al menos de considerarse. Es como una nueva categoría del exabrupto, con una dimensión sociopolítica digna de analizar.

Por su parte, mi amigo hizo algo muy recurrente entre la gente que me rodea. Me miró y dijo: «Esto lo tienes que sacar en alguna columna.»

Y la verdad es que no es para menos; ofensa gratuita pero tremendamente original.

Escuché una vez a Gabino Diego hablar de que animado por algo que alguna vez le dijo Fernando Fernán Gómez, incorporó en un montaje teatral críticas demoledoras que le habían hecho en los periódicos.

La cantante Rozalén, por su parte, ha sacado una cumbia llamada «Somos», donde repasa las críticas que le han hecho en estos años de carrera musical.

Y que quieren que les diga, tal vez he puesto ejemplos de dos artistas demasiado elevados, pero a mí me encantaría hacer algo del estilo, pero con el material que tengo actualmente, no llegamos ni a componer algo mínimamente interesante…

Técnica Superior en Integración Social, Graduada en Trabajo Social, Especialista Universitaria en Mediación, Máster Oficial en Género e Igualdad. Actualmente Doctoranda en CC. Sociales; investigadora...