mercedes-serrato-23-de-mayo-2016

Puedo casi jurar que intento ser tolerante, comprensiva y empática. Aún diré más; intento ser optimista. Intento quedarme con lo bueno, fijarme sólo en esos detalles que te podrían hacer creer que la sociedad va evolucionando, que eso será lo que algún día nos hará vivir en un mundo mejor.

Pero ese optimismo que, a veces, tanto esfuerzo me cuesta, hay semanas que no se sostiene; es más, hay semanas en que se viene abajo formando un montoncito de escombros que me cuesta retirar de mi mente.

Y es que a veces es ese optimismo el que hace que me quede alucinada cuando me cruzo con un idiota de proporciones mayúsculas; uno de esos tipos que tienen a su alcance mil medios para no ser unos perfectos machistas del Siglo XXI y sin embargo, eligen serlo. Y sí, digo eligen porque a estas alturas, con las oportunidades que esa persona ha tenido, lo que hace no es un lamentable e irremediable producto de su situación, es una elección adulta y consciente.

Me gustaría que cosas como estas no me minaran el ánimo, pero al final pasa, sobre todo si se acumulan varios episodios de este tipo en poco tiempo.

Pero no sólo de machismo se alimenta mi decepción, ojalá. La cosa va más allá…

Es duro admitir que vives en una ciudad que celebra el cierre de una churrería con honores de funerales de estado. Una calentería con un producto normal y en mi opinión bastante caro; dicho sea de paso. Pero esto es Sevilla, aquí nacemos con cuarto y mitad extra de novelería.

Por supuesto, el homenaje al difunto establecimiento, es una iniciativa particular y privada, ergo, pueden hacer lo que quieran, llevar una banda al Postigo o cantarle saetas al pajarito del azulejo de San Pedro si les place; todo sea por «la esencia».

Lo intento, en serio. Intento reírme sin más, no llevar al extremo cosas que sólo son anecdóticas, pero de verdad que me cuesta cuando veo que hay quien se lo toma tan en serio.

Mientras, las protestas para liberar a Maloma o para conseguir una ciudad accesible, tendrán menos público y repercusión que el funeral de la churrería ¿por qué? Porque todo son cuestiones privadas, y es la gente, libremente, la que decide a que se une y a que no…

Y es esa también mi decepción, que cuando la gente elige, hay que respetar su elección, aunque sea muy cuestionable.

Adiós pues por unos días a mi optimismo, a mis esperanzas de que la sociedad está cambiando, de que lograremos mejorar el mundo…

Sigamos honrando a negocios mitificados que cierran o pescados de madera. Eso es Sevilla, esa es nuestra identidad, esas por lo visto, son las cosas que aquí importan; y lo demás, pues eso, montañas de escombros mentales.

Técnica Superior en Integración Social, Graduada en Trabajo Social, Especialista Universitaria en Mediación, Máster Oficial en Género e Igualdad. Actualmente Doctoranda en CC. Sociales; investigadora...