mercedes-serrato-18-abril-2016

Mi primera Feria de Abril fue en 1986, con diez meses cumplidos y según las crónicas de la época, con una climatología bastante parecida a la que hemos vivido este año.

Cuesta creer como se rechazan ciertas cosas que se nos imponen desde siempre, y como asumimos otras con naturalidad.

Desde mis primeros volantes, pequeños desde luego, hasta hoy, jamás he pasado una feria sin un traje de flamenca como mínimo, igual que veo natural que las aceras del Real sean de tierra y la calzada empedrada, cuando lo lógico sería lo contrario.

Te acostumbras a un desorden programado durante una semana, y lo tienes asumido. Sabes que tu alimentación variará, para bien o para mal, según se mire. Asumes que el salón de tu casa será un mercadillo flamenco. Te lanzarás al cansancio, los planes que se desplanifican al instante, y en muchos casos, como es el mío, a perder la voz a las primeras de cambio.

Incluso entenderás que el mundo evoluciona cuando en una cola de un baño de una caseta se hable de libertad sexual, intercambio o confluencia de parejas, e incluso cuando un tipo pasado de manzanilla y machismo la líe parda y un trío de feministas que no dejan de serlo ni en Feria, se lancen a por él; y debo aclarar que esta vez no era mi caso, entiéndanme, mi feminismo no se va de vacaciones, pero a aquél hombre se lo iban a cenar y no se requería mi intervención.

En momentos así, el sonido de un pestillo que se abre es melodía celestial ¿por qué? porque la vida cambia, las prioridades cambian en esta semana…

Incluso cuando la noche del «Alumbrao» llegué al Real y vi a tres flamencas con chaquetones, contraviniendo la etiqueta y las reiteradas recomendaciones que en este medio hice, pensaba como un mantra: Esto es la Feria, la Feria es así…  Mientras mi madre me consolaba diciendo: Hija, es que esta gente no te lee.

El jet lag ferial es algo que en el futuro la sociedad considerará como un efecto secundario de esta semana, que veremos la votación popular como construye la semana al final…

La cuestión es que para tomar todas estas cosas de buen grado, hay que tener un cromosoma extra que recoge la disposición ferial, y entiéndanme bien, no hay que ser de Sevilla para tener dicho componente biológico, pues son conocidos los casos de esa gente sevillana que no pisa albero ni en el parque, y hay personas foráneas que se hacen con la Feria como si tal cosa.

Concluido todo, recogiéndose las lonas de rayas, duales, como todo en esta ciudad, se hace balance y se piensa en la votación popular para decidir qué semana preferimos… ¿Yo? soy más mundana, mi próximo traje de flamenca será azulina, lo he decidido ya, sin consulta popular ni nada.    

Técnica Superior en Integración Social, Graduada en Trabajo Social, Especialista Universitaria en Mediación, Máster Oficial en Género e Igualdad. Actualmente Doctoranda en CC. Sociales; investigadora...