Por Mercedes Serrato. Debo confesar que el martes acudí algo escéptica, ya que me parece un tema controvertido en el que siempre se obvian detalles importantes. Últimamente se incide en el hecho de tener mujeres en las Juntas de Gobierno, bien por tenerlas, como quien tiene floreros en un despacho o bien por cuestiones de paridad, modernidad y miedo me da pensar que más…
Seguramente, por todo lo anterior, o por algo que no tiene nada que ver, es curioso que las mujeres no ocupen en las Hermandades puestos de alta responsabilidad, o que las que los ocupen sean raras excepciones, como Amalia Gómez en Pasión. Intrigada por esto, pregunté a muchas personas, hasta que me encontré con la respuesta de una amiga bastante conocedora de este mundillo. Según su teoría, las mujeres, por su propia naturaleza femenina, son más inteligentes y se niegan a tener puestos de mayor peso, los cuales conllevan mayores responsabilidades, y en muchos casos, problemas y malos tragos.
No puedo decir que lo comparta ni lo rechace, simplemente me parece que merece darle alguna vuelta a la idea. Al final la cosa fue más ligth, se habló de otros tiempos, y de “Las siete”. Irene Gallardo si aludió al tema que yo barruntaba, y afirmó que la mujer no tiene más responsabilidad dentro de una Hermandad porque no se cuenta con ella, aunque esta se ofrezca. Apostilló que lo decía por propia experiencia y ante eso, no se puede añadir mucho más.
El viernes fue un acto bien distinto, seiscientas cinco personas acompañaron al ex presidente del Consejo, Manolo Román, en este homenaje. Quien conozca a Manolo sabe cuáles son las cosas que le importan, como confía en los suyos, cuanto valora a su familia, dónde están sus referentes, sus pilares.
Quien no lo conozca simplemente debería quedarse con el discurso que ofreció, un compendio de todo lo anterior, en las que al final nos arrancó unas lágrimas a sus hermanos de la calle San Esteban. No podría decir más del homenajeado porque sinceramente, no sería objetiva, pero si puedo decir que desde hace un tiempo lo veo más relajado y no es para menos. En los discursos que precedieron al suyo, destacaron su calidad humana, su capacidad de trabajo… pero luego, cuando pasen los años, la historia de esta ciudad lo juzgará para bien o para mal, pero la noche del viernes un gran número de personas quiso darle un abrazo que en la mayoría de casos no era tanto de despedida como de agradecimiento.