La verdad es que tampoco quiero analizar pormenorizadamente el tema. Podría hablar de la injusticia del no pase de la comparsa «Sin límite» o comentar lo decepcionante que ha sido para mí este año El Canijo. No hablaría de la chirigota machista o de la vuelta de Juan Carlos Aragón porque hay cosas en las que no gasto tiempo.

 

Pero el caso concreto que no me resisto a dejar pasar es la curiosa comparsa de «Los que barren pa casita». Una agrupación que se planta en el Falla diciendo que ellos no sienten Cádiz, que esa ciudad no les dice nada y que por eso le cantan a la ciudad de sus amores, Sevilla. Perfecto, entonces ¿para que quieren ir a concursar a la tacita de plata si no les dice nada? Ojo, que yo no digo que haya que pelotear a Gades y sus bondades como requisito indispensable del COAC, de hecho a veces es muy patético como los forasteros se empeñan en pasar por nacidos en La Viña, pero ¿no había algo intermedio? ¿Un punto de intersección entre la elegancia y la coherencia?

Por desgracia creo que el debate no es tan profundo como para discutir los sentimientos que inspiran a los compositores de coplas carnavalescas. Parece, y sólo digo parece, que la cosa anda más cerca de una máxima de Salvador Dalí: «El que quiere interesar a los demás tiene que provocarlos.» Y con esto, jugando con el pique, el ombliguismo sevillano y la tontería ambiental, han pretendido que se hable de ellos al precio que fuera. La lástima es que la calidad de la comparsa no andara a la altura del revuelo que pretendían levantar porque sinceramente, la agrupación iba cortita con un tufo a alcanfor que poco tiene que ver con los localismos de cada cual.

Dedicarle un pasodoble a la Macarena o hablar en el popurrí de parejas de novios por el parque de María Luisa es tan rancio que casi es impropio del tiempo de carnestolendas, independientemente de que la comparsa sea un género menos pamplinero que otros, pero no, a mí esa agrupación en un concurso carnavalero sevillano también me sobraría.

Pero a ellos les interesaba ir a Cádiz. Encajarse en esa ciudad para decirles que aquello no les inspiraba ningún sentimiento, consiguiendo una protesta por parte del público que parece ser que ansiaban, a juzgar por sus letras… Vamos, que si los hubieran apedreado habrían gozado de lo lindo.  Quiero imaginar que con el pase a cuartos ni soñaban.

Si rentabilizarán su intento de polémica sólo el tiempo y el público lo dirá; conmigo que no cuenten, pero bueno, puede que a otros si les parezca que el «miarmerío» debe elevarse a estas cotas.

Técnica Superior en Integración Social, Graduada en Trabajo Social, Especialista Universitaria en Mediación, Máster Oficial en Género e Igualdad. Actualmente Doctoranda en CC. Sociales; investigadora...