Llevamos dos semanas viendo, escuchando y leyendo noticias que hablan de la saturación de las urgencias, del colapso que el frío y las gripes están provocando. Nadie se para a pensar en lo absurdo de ¿ir a urgencias del hospital por gripe? ¿En serio?

Las noticias te rodean mientras comes, mientras te duchas, mientras te despiertas, mientras empiezas a toser compulsivamente. La garganta venía dándote la lata pero con alguna pastilla y algo caliente que beber has ido tirando. Parece que ahora se le unen los oídos mientras Susana anuncia que ha contratado no se sabe cuantos médicos. Sonríe y pregunta que si las otras comunidades han hecho lo mismo… ¡como ronea la Susi! Y a ti te lloran los ojos, no por la emoción de los contratados, pobres míos, a ver cuanto les dura a ellos la suerte, pero tu parece que tienes fiebre… 

Muchos pañuelos y muchas toses después ves que no remontas, vas a peor. La fiebre no te deja, te duele todo el pecho de toser tanto y se te ha instalado un pinchazo en el lado que lo mismo podrían ser agujetas de expectorar que el estilete de un anarquista, tanto daría una cosa que otra. Sientes que has tocado fondo porque levantarte de la cama se te hace un mundo y probablemente por lo poco y mal que has dormido durante toda la semana, ya te has vuelto casi una niña, y con esos mismos modos le pides a tu madre que te lleve al médico, pero con un último rayo de lucidez en el cerebro dices: Pero llévame por la tarde que habrá menos gente…

Son las cinco menos algo de un viernes en mi centro de salud habitual. Llego y no hay problemas de asignar médico ni nada parecido; consulta tal, doctora tal, ahora te verá… Antes de que yo entre en la consulta a lloriquear mis desgracias entra una chica. La ciudadana rebosa salud, se escucha su animada cháchara dentro del gabinete y cuando sale por la puerta lo hace riéndose. En la sala de espera no hay nadie a excepción de la limpiadora y yo con mi mamá, que ando con cara de pena y el pensamiento de que nadie más debe estar enfermo ese día a esa hora, incluida la que acaba de despedirse de la doctora como si fueran amigas de toda la vida. 

Tras mi lastimosa entrada y mi relato desgraciado de todos mis dolores y fiebres me hacen un reconocimiento bastante completo para dictaminar cinco letras: gripe. Le intento explicar a la doctora que no, que es que llevo así muchos días y me confirma que sí, que la gripe es eso. Me receta unas cuantas cosas con lógica y me dice que si no mejoro el lunes debo volver.

Mientras escribo esto ya estoy bastante más repuesta y sobre todo, sin fiebre. Sigo pensando que era curioso que nadie más estuviera enfermo el viernes por la tarde aunque dudo mucho que las urgencias del hospital Macarena estuvieran vacías. Sé que no todo el mundo que acude en estos días al hospital es por gripe pero ¿y la gente que sí lo hace? Ya no es que estén colapsando un servicio, es que no entiendo porqué quieren que los maltraten tanto allí, haciéndolos esperar horas por algo que en su centro más cercano pueden tratar igual de bien y más rápido… Quizás la gente en situación de epidemia no piensa con claridad, o tal vez, mal que me pese, aún no hemos aprendido a usar bien del todo los servicios públicos.

Técnica Superior en Integración Social, Graduada en Trabajo Social, Especialista Universitaria en Mediación, Máster Oficial en Género e Igualdad. Actualmente Doctoranda en CC. Sociales; investigadora...