En teoría la Navidad, esa que tan poco me gusta, lleva en sí un significado que lo justifica todo, un elemento que dota de sentido a una celebración y unas fechas que pueden quedarse muy vacías si se le raspan algunas capas. Pero pasar estos días con las personas que se quiere parece que puede explicarlo todo.

Es curiosa esta cara de la festividad. En ocasiones eso de «familia» y «seres queridos» no es tan coincidente como cabría esperar. Otras veces en estos días te reúnes con gente que apenas ves el resto del año, esto no tiene porqué ser necesariamente negativo… Y en algunas ocasiones, las fechas y los sentimientos parecen empeñarse en ponernos a prueba.

Tengo una amiga que no todo el mundo puede tener; al fin y al cabo tengo mis virtudes y una de ellas podría ser la gente que me rodea, aunque ese mérito no sea exclusivamente mío. En este caso me siento orgullosa de decir que esta mujer es mi amiga. Su fortaleza y su valentía hacen que la admire hasta el punto de que se me llegan a saltar las lágrimas y no me importaría salir a la calle gritando como una desquiciada lo grande que es. 

Con un DNI que rodea el cuarto de siglo y un niño que va camino de los dieciocho meses, ha tenido que plantarle cara junto con su compañero de la vida a una cruel enfermedad que improvisadamente, como suelen ser estas cosas, quiso minar la salud de él. La verdad es que detesto los eufemismos, la enfermedad se llama leucemia y cuanto más nos acostumbremos a pronunciar su nombre menos miedo le tendremos todos. 

Este chico, aferrado a la vida y a su hijo está luchando como pocos, soportando ese tratamiento que en ocasiones parece otra enfermedad, y afrontando la recta final, la solución definitiva que hoy por hoy nos brinda la ciencia; un trasplante. Y mi amiga, que no es como yo, que es pura alegría y optimismo y adora la Navidad y todo lo que esta implica, este año la va a pasar diferente y no por elección propia. No tendrá cerca a uno de sus seres más queridos, pero ¿quién puede oponerse a los médicos ante algo de esta magnitud?

Absolutamente nadie, y ella, que ha sido tan fuerte y tan valiente todo este tiempo, menos que nadie. Este sacrificio les garantizará muchas navidades futuras, este esfuerzo tendrá una recompensa tan importante como solo puede serlo la propia vida, de eso estoy tan segura como de que en este momento lo estoy tecleando. Nadie puede convencerme de que esto no va a salir bien. Mi amiga tiene una convicción desde el primer momento; la de que juntos superarán esto y nadie que la conozca pensaría que no va a ser así.

Pero esta reflexión no es producto de las fechas o la nostalgia. Desde la noche del treinta de julio en que me contó lo que ocurría supe que saldrían de esta, que ninguno se rendiría y así ha sido. Me parte el alma pensar en como van a vivir estos días, pero lo dicho, hay algo que es más fuerte que una fecha o una tradición. El deseo, la necesidad de seguir adelante es el motor que mueve esta historia, es la valentía de una amiga que a veces me confiesa que todo es muy duro pero que no tarda ni medio minuto en rehacerse para decirme que no tiene intención de dejarse derrotar por esta circunstancia.

Por eso hoy, que la Navidad me gusta igual de poco que siempre y que prefiero hacer encargos a los Reyes Magos por Internet para evitar el bullicio del centro, pienso en lo que de verdad debería ser importante, me acuerdo de ella y vuelvo a pensar que tengo mucha suerte de poder decir que semejante mujer es mi amiga.