Es duro pero es un hecho; al verano le queda poco ya y los medios nos van preparando el cuerpo para lo de todos los años, la vuelta al cole, nuestros propósitos de nuevo curso, apuntarse al gimnasio, aprender un idioma, comer sano e incluso en breve volveremos de los kioscos como si de una expedición a las rebajas se tratara…

Espoleados por este anacrónico fenómeno, observo como en los últimos días proliferan los artículos y reportajes encaminados a esa puesta a punto que intentamos hacer en Septiembre. Algunos son más afortunados que otros, para que engañarnos. Como tengo aún algo de síndrome pos-Toulouse y mi futuro a mes vista es bastante incierto, no niego que relajo mi mente y mi sentido común leyendo esas composiciones que te dan los diez trucos de aquello, los veinte consejos para lo otro…

Probablemente, con el que más me he reído ha sido con uno que analizaba cinco buenos hábitos que tienen las parejas felices. Los cinco hábitos no son cosa baladí, los ha determinado Mark Goulston, que además de judío (me lo parece por el apellido) es un psiquiatra experto en parejas. El semitismo y la psiquiatría hacen un raro binomio que solo puede recordarme a Woody Allen y que a su vez, hace que esa relación heurística me deje recelando bastante de este profesional…

Tiene en su mochila miles de conferencias, parejas tratadas y libros a punta pala, por lo que supongo que nos encontramos ante un vendedor de humo de proporciones titánicas. Al fin y al cabo, si ha tratado a tantas parejas ha debido separar el grano de la paja tras escuchar tantas miserias humanas. Atentos a los hábitos que la cosa es graciosa:

El primer hábito de una pareja feliz es irse a la cama a la vez. Esto no sólo denota una compenetración doméstica entrañable sino que garantiza una vida sexual saludable, pues eso de coincidir en tiempo y en lugar facilita la cuestión. Si hay que lavarse los dientes a la vez poniendo caras en el espejo no lo especifica Mark, gran fallo…

El segundo hábito es cultivar intereses comunes, pues según afirma el amigo, hay parejas que pasada la pasión inicial, descubren que no tienen nada en común. Si atendemos a que según los científicos la pasión inicial puede durar dos años, tres a lo sumo, se trataría pues de que hay gente que a los dos años y un día como tiempo promedio se levantan esa mañana, se giran a su pareja y le preguntan: ¿Qué tipo de películas te gustan? La escena puede llegar a ser demoledora… ya me lo imagino: ¿Que tienes todos los discos de Julio Iglesias? ¡Fuera! ¡No quiero volver a verte!

El tercer hábito no es menos increíble; caminar juntos de la mano por la calle. Goulston enfatiza que lo importante del asunto es que eso obliga a ir a la vez. Imagino que este hombre, al que está visto que no se le escapa una, ha notado la infelicidad del matrimonio imperial japonés ¿a qué se debe esto? A que la emperatríz, por protocolo nipón siempre debe andar tres pasos por detrás de su marido y claro, no hay manera…

El cuarto hábito es hacer de la confianza y el perdón un modo de vida. Que quieren que les diga, a mí este tipo me parece un maldito genio… Esto se nos puede ocurrir a todos pero ¿quién cobra por decirlo? Les aseguro que yo no.
Quinto y último hábito, prestar atención a lo que la pareja hace bien, no a lo que hace mal. Lo dicho, un fuera de serie el colega Mark.

Si creen que les he hecho leer perogrulladas, que esta columna no ha sido de interés, que no ha prestado un servicio público, que no les ha ayudado en su vida de pareja… pues les doy toda la razón. Tienen que disculparme, el verano se acaba, el cerebro anda muy derretido y con este panorama, no he dado para más.

Técnica Superior en Integración Social, Graduada en Trabajo Social, Especialista Universitaria en Mediación, Máster Oficial en Género e Igualdad. Actualmente Doctoranda en CC. Sociales; investigadora...