Tal día como ayer, es decir, el 22 de Septiembre de un puñado de siglos atrás, era coronado en Reino Unido su majestad Jorge III, un rey que además de perder las colonias en EEUU o enfrentarse a Napoleón, pasó a la historia por su célebre locura.

Hoy día se sabe que muy probablemente el monarca inglés padecía porfiria, enfermedad que entre su sintomatología contempla alteraciones del sistema nervioso como las que el monarca sufría. Al hecho de haber tenido quince hijos, ninguna amante, de haber perdido todos sus territorios en los actuales Estados Unidos de América, de haberse enemistado con los franceses a consecuencia de esto, de haber reinado sobre Hannover, de haber visto temblar su trono por los ecos revolucionarios y antimonárquicos que desde la enemiga tierra gabacha le llegaban y de haberse enfrentado después al pequeño megalómano de Napoleón y al gordo despilfarrador de su hijo mayor, súmenle episodios de locura inesperada, incontrolable y de temporalidad más bien larga…  Y a pesar de eso, el bendito Jorge el Granjero, como popularmente lo llamaban, se negaba a abdicar.

Lo de abdicar debe ser algo complicado por lo visto, y en los tiempos que vivimos la resistencia no es menor que en el Siglo XVIII. Ha sido curioso ver al príncipe Felipe junto al actual rey holandés… Casi le vendría mejor reforzar su amistad con Carlos de Inglaterra, pues parece que será un espejo más veráz en el que mirarse.  Toda la vida nos han vendido que teníamos un heredero joven, el mejor instruido de la historia de nuestro pequeño reino, el más alto, el más guapo… ¿y para qué lo queremos? ¿para que  vaya a intentar vender la burra de los JJOO y nada más? 

Tampoco es que la función ornamental de la monarquía deje margen a labores de mayor envergadura, pero al menos que parezca que las inversiones en la educación del príncipe han servido para algo. De las inversiones educativas en Froilán no hablo porque parece que hubiera sido mejor tirar esos billetes Puente de Triana abajo…

Dicen que en una ocasión Jorge III comenzó a hablar sin parar y no se calló durante 58 horas. Debía ser un síntoma tipo Fidel Castro o algo así… La cuestión es que la porfiria no es tan leve como una cadera rota, pero unos cientos de años de evolución podrían haber enseñado a algunos reyes cuando retirarse. A Juan Carlos no, que ya saben que ni ha pensado en abdicar, que oiga, entre la edad y los achaques sería menester haberlo pensado un poquitín…

Al fin y al cabo no es que  lo fuéramos a encarcelar o algo, no caería esa breva. Se seguiría pegando la gran vida a modo de Rey Padre o algo así, podría quedar con sus amigos orientales, ir de caza y esos pequeños placeres de millonarios con los que el rey no breve suele entretenerse cuando no está echando una cabezadilla en algún acto oficial.

Ahora a pagar nuevas operaciones, a ver como es novedad que un señor de cierta edad ha comido bien, mientras otros hombres de esa misma edad y con más callos en las manos no saben que podrán llevarse a la boca ese día gracias a un nuevo recorte en sus pensiones… Si es que cuesta mucho que ser española no dé vergüenza.

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Técnica Superior en Integración Social, Graduada en Trabajo Social, Especialista Universitaria en Mediación, Máster Oficial en Género e Igualdad. Actualmente Doctoranda en CC. Sociales; investigadora...