Yo, que defendía la lógica y la razón, debo confesarles que he caído, he traicionado a mi escasa cordura y lo he hecho. He leído las profecías de Malaquías y, sinceramente, viendo cómo está el patio, tengo mucho, pero que mucho miedo. Principalmente temo que el profeta se quedara corto en sus augurios.

Estamos, irónicamente, desgobernados y desamparados. El Papa auto alejado de su cometido por dimisión, el Rey que no abdica pero se da de baja… En serio, Juan Carlos tendría que ser cuidadoso con estas cositas, que con la reforma laboral podrían despedirlo, sin contar con que es muy poco ejemplarizante su despilfarro sanitario. Claro que imagino que no queda un solo español que piense que esta familia tiene alguna función ejemplarizante, porque la cosa tendría tela que cortar.

Y si nos faltaba algo, volvemos a tener declaraciones gilipollas por parte de un miembro del Gobierno. Definitivamente, son ilimitadas las carcajadas que el mandato de Rajoy nos asegura. Es tremendo esto de que los gays no perpetúan la especie. Imagino que el siguiente paso será dotar de menor protección a los matrimonios que aún siendo heterosexuales no perpetúan la especie, bien por elección, bien por biología.

Lo que no acabo de entender es si eso de que existan dos programas de cutrefamosillos saltando desde un trampolín está relacionado con el fin del mundo o si ha sido una desagradabilísima casualidad. Puede que Malaquías tenga razón y el Apocalipsis esté cercano, pero con la que está cayendo, ¿de verdad jinetes como Hambre, Enfermedad, Muerte o Guerra pueden darnos miedo?

Menos mal que algunas cosas, escasas pero elegidas, salen bien, y hacen que la vida sea un poquito más llevadera. Personalmente, dejen que me quede con dos. La primera, esta web, esta Sevilla Actualidad renovada, que no reformada, fruto del trabajo de unos profesionales que tienen la bondad de llamarme compañera. Y el discurso de Antonio Banderas, el momento que alcanza el top ten en mi ranking personal de la semana. Qué hombre, qué palabras, qué forma de decir lo evidente tan bien, qué envidia de la Semana Santa malagueña que disfrutó de ese brillante pregonero.

Y yo, que me siento orgullosa de mi tierra pero que hace años que no canto el himno por coherencia personal, escuchaba a Banderas y pensaba: esto es el nacionalismo coherente. Ya sólo falta que algunos lo comprendan.

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Técnica Superior en Integración Social, Graduada en Trabajo Social, Especialista Universitaria en Mediación, Máster Oficial en Género e Igualdad. Actualmente Doctoranda en CC. Sociales; investigadora...