El título puede hacer pensar que esta semana retomo temas carnavalescos y del COAC, pero aunque no pierdo jornada del concurso, hoy no vamos a “la casa de los ladrillos coloraos”, sino que realmente deberíamos desplazarnos a Inglaterra.

En un respiro de estos que hay que tomarse para que los exámenes no acaben engulléndote, he tenido la suerte de hacer el reseñable gasto que hoy día supone ir al cine y poder ver la genial película que titula la entrada, ‘El cuarteto’.

La historia transcurre en una residencia de ancianos muy particular, una para antiguos músicos, unos personajes muy peculiares que afrontan el paso de los años como buenamente pueden.

En distintas materias hemos tratado mucho el tema de lo que ahora viene a llamarse ‘envejecimiento saludable’, término reconocido por la OMS, que no se crean que todo lo que suelto aquí lo digo por decir, a veces tengo hasta documentación que me respalda.

La cosa es que, con el aumento de la esperanza de vida, al menos en el mundo occidental, el periodo de la vejez, que antiguamente no eran más que un puñadito de años entre el fin de la vida laboral y la inevitable llegada de la muerte, ahora nos vemos ante el fenómeno de que la vejez se alarga cada vez más y que la calidad de vida en esta etapa del desarrollo vital es mayor.

Son incontables los casos de personas que, por diversos motivos, no están preparados para afrontar esta etapa. Si no se tiene la mente estructurada para el cambio, es problemático afrontar los achaques y enfermedades llevaderas, el cambio de rol, el cese de una actividad, comenzar a plantearse la vida de otro modo… Para otras personas no es así, afortunadamente, y en esta etapa aprovechan para viajar, aprender cosas que nunca pudieron estudiar antes, disfrutar de la familia, ser dueños de su tiempo…

Esto último encaja en el perfil del envejecimiento saludable porque a los señores de la Organización Mundial de la Salud, a los que no se les escapa una, se han dado cuenta de que esta forma de envejecer repercute a la vez en la salud física y mental de las personas mayores. Un círculo vicioso en que, si te amargas, solo puedes ir a peor y, si te lo tomas con filosofía, solo a mejor. Tan simple como eso.

En esta película, plagada de músicos reales y actores británicos sobrados de tablas y humor negro, vemos cómo gente que alcanzó una vida tan plena como la que puede proporcionar el ser músico profesional, afronta los avatares de la edad y lo que es el eje central de la historia, el cumpleaños de Verdi.

Salí del cine con ganas de revisar mi modestísima colección operística, que necesitaría una ampliación, y pensando que por suerte no todo lo que tengo que estudiar es tan abstracto. Ahí estaban las recomendaciones de la OMS, el envejecimiento saludable y el que no lo es tanto, además de una maravillosa película que se hace corta.

Así que si toda la basura que nos rodea les está ahogando, háganse un pequeño regalo cotidiano y dediquen un rato a visitar esta atípica residencia. Cuando acaben de ver la película podrán seguir dándole vueltas al hecho de que a Zoido le inquiete lo que cobra un barrendero de Lipasam y no lo que se llevan calentito algunos asesores de esos que aún desconocemos qué asesoran.

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Técnica Superior en Integración Social, Graduada en Trabajo Social, Especialista Universitaria en Mediación, Máster Oficial en Género e Igualdad. Actualmente Doctoranda en CC. Sociales; investigadora...