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Si no recuerdo mal, andaba camino de cumplir ocho años. Era una noche de primavera cuándo con mis padres y mi hermano nos paseábamos con el coche sacando una bandera verde y blanca por la ventanilla.  Una vez en la Estación de Santa Justa, que aún parecía oler a nuevo, esperamos a que llegaran ellos, los jugadores que nos habían devuelto a la primera división. 

Mercedes Serrato. Recuerdo sus corbatas azul marino con escuditos  del Betis, y una camiseta de portero verde y negra que yo llevaba. Recuerdo la emoción de la gente, las lágrimas, la alegría compartida con todos los amigos que nos acompañaban en ese momento.  Los béticos estamos acostumbrados a sufrir y pasarlo mal, pero cuando nos llevamos una alegría, no hay nadie más feliz sobre la faz de la tierra.

Recuerdo otro ascenso, recuerdo la celebración de una Copa del Rey, una clasificación en Champion, y algunas tardes de alegría en Gol Norte. Evidentemente recuerdo tardes malas, partidos de infarto coqueteando con el filo de la Segunda División…  Y como he dicho antes, estas cosas, las buenas y las malas conforman el “Sentimiento Verdiblanco”.

Pero lo de ahora es diferente, no tiene comparación. Hemos llegado al límite, nos sentimos presos de un dictador, que aunque a efectos legales todo está correcto, pues el compró la mayoría de las acciones, a efectos sentimentales nos está machacando.  Tal vez Lopera y la afición hablan idiomas diferentes; él habla de negocios, y nosotros de nuestro corazón de trece barras; al fin y al cabo, cada uno habla de lo que tiene.

En el año 92 cuando este señor “salvó al Betis” como le gusta recordar, servidora no tenía más patrimonio económico que la paga de los fines de semana que gastaba en comprar sobres de estampas de la Bella y la Bestia. Hoy en día lo lamentable es que no ando mucho mejor, y desde luego no podría comprarle ni el 1% de sus acciones a don Manuel, pues tampoco este es consecuente con la situación y el patrimonio del Club, pero claro, el precio lo fija el vendedor.

No sé en que acabará esto, si alguna vez nos soltarán las cadenas, cuando volveremos a la Primera División o que derroteros le esperan al equipo de mis amores, sólo sé que aunque no lo quiera ver, cada Bético conserva aún algo que el accionista mayoritario parece ignorar, pues no puede comprarlo y eso hace que carezca de interés para él. La afición somos los accionistas sentimentales mayores que el Betis tiene. Firmamos pagarés cada vez que animamos a nuestro equipo, estemos donde estemos, invertimos en ilusión aunque nos la pisen, nos sentimos pagados cuando hay buenas tardes al final de La Palmera… Y eso no lo puede comprar ni TEGASA, ni FARUSA, ni los fantasmas de B Sport.

Nos esperan tiempos difíciles, eso sí que lo sé, pero entonces me viene a la mente el final de las sevillanas de Pepe Da Rosa “Verde el trigo y la esperanza, verde el romero y la hiedra, y verdeando va el grito ¡viva el Betis “manquepierda”!”  Al fin y al cabo, es lo que nos queda…

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Licenciado en Periodismo y Máster en Sociedad, Administración y Política, puso en marcha el 'Proyecto Deguadaíra', germen de Sevilla Actualidad. Ha pasado por El Correo de Andalucía, Radio Sevilla-Cadena...