Desconozco la totalidad de las leyes del célebre Murphy, pero hay una que si no está incluida debería estarlo: si un tonto lo hace mal, llegará otro que lo hará peor.

Aún ni se ha producido el traspaso de poderes de los ayuntamientos, por decirlo de alguna forma, y yo ya estoy en desacuerdo con las primeras medidas que Zoido pretende adoptar. Claro que era complicado saber por dónde comenzaría, pues tras tantas promesas y brindis al sol, ya no se sabía si nos daría a cada uno un trabajo o si volcaría sus esfuerzos en la pista de esquí de Los Bermejales. Pero no, su mente va más allá, centrándose en las cosas verdaderamente importantes que esta ciudad necesita. Primero quitarle la calle a Pilar Bardem.

Sinceramente, que le pusieran una calle a la actriz me pareció algo irrelevante, aunque evidentemente entiendo que se podía haber elegido a cualquier otra persona, ya que se alegó que se le ponía la susodicha calle por ser sevillana, cosa que para doña Pilar parece ser tan importante como para mí los futuros fichajes del Caravaca Club de Fútbol.  Pero lo dicho, se puede hacer peor, se le puede otorgar la calle a un articulista que pese a ser muy admirado por media Sevilla, es muy detestado por la otra mitad. Además, citando a Luís del Olmo cuando éste en cierta ocasión habló de otro “periodista” de cuyo nombre no quiero acordarme, “no puede premiarse a alguien que vomita sobre la Constitución cada mañana”, que es lo que hace este señor, ya que la última perla ha sido reivindicar que se cante la letra de Pemán en el himno nacional, animado por el incidente de Contador, maldita fuera la hora dadas las reivindicaciones que se les han ocurrido a algunos.  Incluso, sean valientes en el Consistorio, pónganle la calle en el Cerro, que es allí donde es querido por méritos propios; aunque claro, lo mismo a los vecinos les parece que no merecen semejante “honor”.

Por otra parte, reducir las concejalías puede parecer buena idea, pero reducirlas tanto como a siete… Lo mismo nuestros políticos no están preparados para tanto trabajo, sin acritud.

Y mi favorita es la de cambiar el mobiliario urbano en Alfalfa y demás. Que las farolas y los bancos son feos e inadecuados, sí, mucho, pero ¿es lo más urgente e imperioso ahora mismo? ¿Es una necesidad de primer grado hacer esto con su correspondiente gasto con la que está cayendo?  Pero seguramente para muchos sevillanos lo será, pues aquí otra cosa no, pero las tonterías gustan mucho.

Sólo le rogaría a don Juan Ignacio, que dada su afición por las redes lo mismo lee este humilde rincón, que en su vorágine redecoradora de la piel sensible de la ciudad (este término me parece otra muestra de lo que gusta una tontería) no quite los parquecillos infantiles. Habrá visto usted despotricar a los sevillanos, habrá leído usted al articulista de sus amores que aún no tiene calle quejarse de aquello, pero si se ha dado una vuelta, habrá visto que cual champiñones han emergido niños del Casco Antiguo que disfrutan allí como tienen la suerte de hacerlo niños periféricos, que suelen gozar de más zonas de recreo. Lo dicho, no se engañe, que aquí ya lo dije una vez, el hispalense se queja, luego lo asume y finalmente presume; y muchos habitantes del centro asiduos al Recuadro son abuelos, y algo tendrán que hacer con los críos.

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Técnica Superior en Integración Social, Graduada en Trabajo Social, Especialista Universitaria en Mediación, Máster Oficial en Género e Igualdad. Actualmente Doctoranda en CC. Sociales; investigadora...