Desde hace varias semanas, la marca Sevilla ha ganado muchos enteros. Y la causa no ha sido una potentísima campaña de marketing ni un abanico de declaraciones políticas. Se lo debemos a una serie de ficción televisiva que hace las delicias de millones de personas en todo el mundo.

Ni jolgorios, ni sevillanas, ni acentos, ni pobreza, ni vaguedad. Sevilla ha sido durante semanas el epicentro informativo y no ha sido por ninguno de estos asuntos. Y eso, reconforta a la vez que entristece porque es lamentable que gran parte de la imagen que desde muchos puntos de España se tiene de la capital de Andalucía y de sus ciudadanos, sea la de tópicos manidos que nos conforman una imagen que para nada tiene que ver con la realidad que aquí se vive.

Durante semanas, Sevilla se ha convertido en la capital del reino, en la joya de la corona y en el trono de hierro. Y todo, a raíz de la llegada de decenas de actores, especialistas, maquilladores, realizadores, iluminadores y directores, que han concebido a la capital como el enclave idóneo para ambientar la quinta temporada de Juego de Tronos, la serie que ha encandilado a buena parte del público occidental.

Como sevillano, hay que reconocer que ha sido un gustazo poder ver cómo la capital hispalense aparecía en informativos de Madrid, Londres o Washington sin trajes de faralaes de por medio, ni toros. El placer aumentaba cuando el propio equipo venido aquí se deshacía en elogios. Y el clímax lo han alcanzado aquellos que han coincidido en bares con actores y directores, y han plasmado ese momento en instantáneas que han congelado un momento irrepetible.

Después de que el rodaje de la serie de HBO haya concluido, me quedo con esa otra Sevilla que medios de comunicación de todos los países han recogido, una capital cosmopolita, capaz de captar la atención de la serie de moda de Estados Unidos. La Sevilla cercana, donde sus vecinos se encontraban con actores en restaurantes del centro, paseando por la judería y hacían lo que mejor sabe hacer este pueblo: humanizarlos, bajarlos del trono donde muchos se sitúan y hacerlos personas.

Pero me da una pena enorme que esto sea un espejismo. Y que cuando la expedición norteamericana abandone la provincia, volvamos al maniqueísmo de tópicos de siempre y Sevilla vuelva a aparecer en los informativos sólo para ilustrar las fiestas, el abandono escolar y el resto de clichés baratos que distorsionan nuestra imagen a partir de Despeñaperros.

Si para algo puede servir este periplo cinéfilo es para que las mentes de aquellos que conciben el sur como sinónimo de pobreza e incultura, se abran y vean a la capital y, por ende, al resto de Andalucía con una imagen alejada de estereotipos negativos.  

Porque, sin caer en el chovinismo rancio que tan presente se hace en estos casos, los sevillanos, onubenses, gaditanos, cordobeses, granadinos, jiennenses y almerienses, tenemos que sacar pecho de ser quienes somos, estar orgullosos de nuestra cultura y nuestra historia y seguir creciendo como sociedad.  Igual que el resto. Y, aviso a navegantes, esto será más fácil si nos dejamos de chorradas y hacemos el esfuerzo por viajar, conocer y entender la riqueza de la cultura andaluza.

Nació en Sevilla y pronto supo que lo suyo sería la comunicación. Es licenciado en Periodismo en la Universidad de Sevilla y Máster en Marketing Digital por la Universidad de Málaga. Especialista...