Ni meteoritos, ni cataclismos, ni jinetes del apocalipsis. A escasas horas del fin del mundo pronosticado por los mayas, no se ha observado ningún indicio clásico que augure el trágico desenlace. Ni carros de fuego, ni flechas envenenadas ni olas de lava. Nada. Ahora bien, razón no les faltaba. No son seres monstruosos los que amenazan la existencia humana ni siquiera mutantes extraterrestres. El fin ha llegado de una forma que nadie habría imaginado. A través de gaviotas exterminadoras.

Las cuentas de los sabios mayas no han fallado. En el 2012 se ha acabado el mundo tal y como lo conocemos. Llamémosle fin, cambio de era o evolución existencial pero la profecía en España se está cumpliendo letra tras letra. Incluso corta se ha quedado. Lo que hemos vivido en 2012 en un final de civilización en toda regla. Ni los mayas hubieran adivinado un ocaso tan veloz.

Lo que nunca hubieran profetizado estos mayas es que los artífices de nuestro final habían sido previamente elegidos y proclamados como nuestros salvadores. Bendita inocencia la suya, desconocedora de regímenes democráticos que guardan un sospechoso tufo absolutista. Sólo nosotros somos capaces de elegir a unas personas para que guíen nuestros destinos hasta el agujero más profundo. La inteligencia del occidental, la llaman.

Pero lo hecho, hecho está. Ya no valen lamentaciones ni llantos. Casi no nos ha dado tiempo a acostumbrarnos a lo que hacía de España un estado social y democrático de derecho cuando nos ha sido arrebatado. Aquellos que debían sacarnos de nuestra situación se han transformado en una especie de plaga de gaviotas que, al más puro estilo Hitchcock, están purgando todos nuestros pecados a picotazos.

Personas que se quedan sin sanidad por ser extranjeras; alumnos que no pueden afrontar costes abusivos de la educación; abuelas que empiezan a pagar por sus medicinas con pensiones al mínimo; personas con discapacidad que no son atendidas porque las ayudas no llegan; damnificados que no pueden buscar justicia porque son incapaces de costear las altísimas tasas judiciales. Y un largo etcétera. Esto es, sin duda alguna, el final de una sociedad progresista y avanzada.

Este castigo obedece a una inexplicable lógica: el cumplimiento del déficit. Absolutamente todas las medidas tomadas desde el ascenso del PP al gobierno han sido calificadas como necesarias para cumplir la cifra de déficit. Al manido 6,3%, Rajoy ha supeditado todas sus políticas y ha justificado todas sus medidas. Pero, salvo milagro mariano, España no cumplirá con esa cifra y todos nos quedaremos con la cara de tonto que se le queda al que se siente estafado y engañado.

La España de 2012 ha perdido el norte. Siendo rigurosos, lo ha perdido todo. Hemos tocado fondo y lo único que se puede esperar, siendo muy positivos, es que no nos hundamos más. Los mayas no se equivocaron, hemos llegado al final y antes de tiempo. Aunque reconozco que un final con sus jinetes persiguiendo a corruptos, defraudadores y banqueros hubiera tenido su morbo. Qué digo, eso sí que habría sido un final apoteósico.

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Nació en Sevilla y pronto supo que lo suyo sería la comunicación. Es licenciado en Periodismo en la Universidad de Sevilla y Máster en Marketing Digital por la Universidad de Málaga. Especialista...