Estimado lector. Hoy quiero dejar aparcado durante unos instantes la crisis económica, la corrupción política, los abusos policiales y el deterioro del país, para hablar de otro asunto de suma importancia: la decadencia del periodismo. Permítame que me sume a las firmas de este y otros medios que durante esta semana estamos utilizando nuestro pequeño espacio para reivindicar la dignificación de nuestra profesión.

Quizás desde hace unos días usted habrá observado que el principal medio escrito de nuestro país está reflejando en su portada una guerra abierta entre la plantilla y la dirección. Habrá escuchado que buena parte de los periodistas de ‘El País’ han sido despedidos y otros tantos han iniciado una huelga. Habrá deducido entonces que la crisis también nos toca a los periodistas.

No tiene porqué conocerlo pero me gustaría informarle de que la crisis no es que nos haya alcanzado, es que no está sacudiendo como un auténtico vendaval desde sus comienzos. Pero sin duda, este año ha sido devastador. Según la Federación de Asociaciones de la Prensa de España (FAPE), desde 2008 unos 8.000 periodistas se han ido a la calle. Sí señor, 8.000 familias han tenido la mala suerte de tener entre sus miembros a personas dedicadas al mundo del periodismo.

Que la principal cabecera española haya iniciado una oledada de despidos, da cuenta de la mala situación que estamos atravesando todos los que hemos decidido dedicarnos al oficio de informar. No somos la única profesión afectada por la coyuntura económica, ni mucho menos, pero sí una de las principales productoras de desempleados, como demuestran las cifras de la FAPE.

Usted, si ha tenido a bien leerme en anteriores ocasiones, habrá constatado que no guardo ningún tipo de complacencia con políticos, economistas, gestores y demás responsables de esta situación. Ahora, tampoco lo voy a hacer con los periodistas. Nosotros, con el inestimable apoyo de directores, productores ejecutivos y un sinfín de altos cargos de medios de comunicación sin ningún conocimiento de periodismo, somos los principales culpables de lo que nos ocurre.

Nos hemos prostituido al mejor postor. Hemos dejado de lado nuestros principios deontológicos para favorecer al partido de turno. Hemos hecho reverencias al político cuando nuestra presencia tan sólo debería resultarle incómoda. Llevamos años manipulando datos y portadas para que decirle a usted quién debe gustarle y a quién debe dejar de votar. Nuestra profesión (que no todos sus profesionales) ha incurrido en los mayores pecados capitales durante años y casi nos jactábamos de ello.

Sn embargo, ese mismo periodismo envenenado ha conseguido destapar casos de corrupción, desvelar abusos de poder, denunciar auténticos escándalos políticos, económicos y judiciales, ha sacado a la luz engaños de todas clases, del mismo modo que ha contribuido a transformar la situación de personas que, sin aparecer en la prensa, podrían haber pasado a mejor vida. El periodismo, pese a sus pecados y sus males, es necesario porque genera que usted y su entorno comprenda qué está sucediendo en nuestro país y en el mundo. Estimado lector, debe saber usted que el periodismo es esencial en la vida democrática hasta tal punto que la indiscutible pérdida de calidad periodística está íntimamente relacionada con la escasa calidad democrática que sufrimos en estos momentos.

Ante esta situación, los periodistas nos hemos levantado. Periodistas de todas clases, edades y condiciones están haciendo frente a sus directivas y nos estamos uniendo para revitalizar un oficio que está en estado vegetativo. Tenemos muchos frentes abiertos: precariedad, intrusismo, mala formación, aunque, por encima de todos ellos, poseemos uno: la pérdida de confianza de ustedes, nuestros lectores.

En estos momentos, miles de profesionales en España estamos trabajando para que usted deje de asimilarnos a las jaurías de hienas deseosas de sangre que pueda ver en los platós de televisión y vuelva a confiar en nosotros. Aunque esto que le digo, lo debemos demostrar con hechos. Por eso, ahora más que nunca toca trabajar duro para ofrecer una información cada vez más digna, más pura y menos contaminada.

Aparentemente podrá observar que todo sigue igual. Pero no es así. Pese a la dificultad del momento, cada vez encontrará más medios de comunicación honestos con el lector cuyos periodistas intentan hacer bien su trabajo. La época de los grandes medios ya se ha terminado. Ahora, los periodistas estamos asociándonos o trabajando por iniciativa propia para poder vivir de nuestra profesión y hemos encontrado un potentísimo aliado: Internet.

En la Red encontrará infinidad de pequeños medios de comunicación, humildes, sin el potencial de las grandes firmas, pero cuyos profesionales realizan informaciones con una calidad excepcional. Los periodistas somos los primeros que debemos trabajar duro para ofrecer informaciones que merezcan que ustedes, como lectores, paguen por ellas. El modelo está cambiando y la financiación directa será en poco tiempo la mejor forma de independencia y calidad del periodista.

Por ello, estimado lector, deseo que no desespere, que busque la información de calidad y que no se conforme con lo que le den. Reivindique, proteste con nosotros y ayúdenos a cambiar el periodismo. Comprenda que gran parte de lo que observa en la televisión o lee en la prensa es una ofensa a la profesión. Denúncielo, díganoslo para que, entre todos, podamos recuperar la esencia crítica y constructiva del periodismo. Las crisis son oportunidades de cambio y esta, sin duda, lo está siendo. Como lector, permítame que le pida un esfuerzo más: no deje de confiar en el periodismo porque nosotros, los periodistas, aún no lo hemos hecho. Muchas gracias.

www.SevillaActualidad.com

Nació en Sevilla y pronto supo que lo suyo sería la comunicación. Es licenciado en Periodismo en la Universidad de Sevilla y Máster en Marketing Digital por la Universidad de Málaga. Especialista...